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EL NUEVO MODO

2016

No es lo mismo pronóstico que anticipación. No hacemos lo primero, sino lo segundo. Así nos afecta poco la crítica de Warren Buffet, quien no hace caso a predicciones porque dice no leer publicaciones de humor. No es lo mismo pronóstico que anticipación. No hacemos lo primero, sino lo segundo. Así nos afecta poco la crítica de Warren Buffet, quien no hace caso a predicciones porque dice no leer publicaciones de humor.

O, también la de los graciosos, deseosos de hacer leña con los economistas, con el cuento aquél sobre el repetitivo ciclo declaración-desmentido que, según muchos, definiría nuestra actuación profesional.

No tienen razón, ni el afamado gurú financiero, ni los humoristas a expensas de los colegas, puesto que –vayamos al grano- de lo que se trata es de anticipar situaciones y facilitar decisiones. Se trata de saber qué puede pasar, para decidir qué es lo que hay que hacer.

Anticipar es hipotetizar cursos posibles de acción, con base en un modelo analítico de base, el cual intenta explicar y permite intervenir una situación. No es adivinación: es una rutina de facilitación del trabajo de diagnóstico y toma de decisiones.

Nos sentimos muy satisfechos de nuestros trabajos de anticipación de los últimos años. Nuestros escenarios han sido siempre asertivos. Incluso la probabilidad de ocurrencia que les asignamos. Hemos podido “adivinar” jugadas –e incluso desmontarlas- como una referida hace exacto un año.

La situación de base de la economía venezolana del 2016 tiene algunos elementos nuevos: 1) cambia la gobernanza, y eso crea nuevos escenarios decisorios y de contención mutua entre gobierno y oposición, 2) se complica severamente la base líquida real de financiamiento de la vida nacional y 3) al entrar en el tercer año de recesión –por lo demás, creciente- introduce factores sociales –pobreza y miseria- y políticos –protestas- que introducen mayor complejidad.

Una nueva realidad de gobierno (en su amplio concepto), la extrema falta de base financiera real y el muy crudo impacto social y político de la evolución de los últimos años son factores nuevos a considerar.

Ésas son condiciones de la realidad frente al modelo de diagnóstico que expusimos el año pasado y que se mantiene: desequilibrios macroeconómicos, microeconomía vaciada, instituciones viciadas y de alto impacto negativo, abandono de los motores de crecimiento y un Estado incapaz; o sea, de pésima calidad de gestión.

Lo cambiario, lo monetario y los fulanos precios relativos, que son los factores más recurrentemente citados por el saber económico convencional nacional imperante entre colegas, son apenas expresiones de problemas mayores y de mayor valor para las soluciones.

Propusimos una amplia base de diagnóstico en el año; pero, también una para un Plan o Programa de Ajustes y Reformas, con incorporación de elementos transicionales, los cuales mantienen plena vigencia. Deben ser los modelos de referencia para cualquier intervención.

Lo que sucederá en el plano decisional es una total incógnita; pese a anuncios parciales de leyes, de parte de la nueva mayoría parlamentaria, cuya concreción es aún incierta, y, de parte del Poder Ejecutivo, la conducta inercial que describimos desde hace dos años con pleno acierto.

Lo financiero será crítico. El país experimentará severas limitaciones inéditas, las cuales harán observar peores cifras de recesión (tercer año sucesivo), importaciones, inflación, desabastecimiento, pobreza, pobreza extrema y conflictos sociales.

Y lo decisional será un factor crucial. Ante la sequía de recursos, habrá que procurarlos por la vía del ahorro. Esto, que no se entiende y, por tanto, está ausente de la agenda, limitará las posibilidades de reversión del ciclo negativo resultante de la pésima gestión. No hay factores exógenos singulares ningunos en el problema económico nacional. Es solo un asunto de calidad de gestión.

La mejor opción tiene poca probabilidad de imponerse. Una similar, pero de menor intensidad, tampoco. De lo que hemos llamado el tridente fiscal/cambiario/monetario solo se ve probable mover los dos últimos. Eso nos dice que ni siquiera lo macroeconómico tiene visos de mejorar.

Habrá acciones singulares en lo microeconómico. Pero, las tres grandes dimensiones de base de nuestro diagnóstico –instituciones, motores productivos y calidad de gestión- no se asumen y mucho menos se entiende su valor multiplicador de soluciones.

Todo lo anterior, influido por una auténtica “caja negra” en el orden internacional, que es el manejo del Caso Venezuela en las conversaciones Estados Unidos de América-Cuba.

La aparente tozudez del Régimen Maduro podría ser, en realidad, otra cosa: una orden de completar la tarea del “Modelo Económico Chavista”, que describiéramos hace seis años: destruir y entregar; o, ahora, destruir, para entregar. Solo que con más beneficiarios. Desearía estar equivocado.

Panorama complicado. Pero, nuevas oportunidades, sobre todo por los límites traspasados y las nuevas realidades políticas e institucionales. Aunque éstas siguen inciertas por la naturaleza perversa del régimen. ¿Se resolverá este grave problema?

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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