El impacto de la globalización y la homegeneización del gusto también acecha a la música tradicional. Fenómenos como el ‘bal-folk’, o las combinaciones, más o menos bailables, de melodías ancestrales y música electrónica amenazan con igualarlo todo. Pero aún hay quien resiste. Como Vallarna. El impacto devastador de la globalización y la homegeneización generalizada del gusto también acecha al sector de la música tradicional, aparentemente poco permeable. Fenómenos como el ‘bal-folk’, o las combinaciones, más o menos bailables, de melodías ancestrales y música electrónica amenazan con igualarlo todo. Pero también hay líneas de resistencia. Como la representada por Vallarna.

Un cuarteto de los de toda la vida que da aire nuevo a las melodías y los ritmos populares con instrumentación acústica y cuidados juegos de voces. El resultado es un sonido a ratos dulce y siempre enérgico, gracias a la combinación de instrumentos melódicos de esponjosidad contrastatada como el violín y la flauta, y los rasgueos vigorosos sobre cuerdas de acero.

Hay algo de jam constante en la frescura con que aborda los arreglos este cuarteto, que se inició casi como una reunión de amigos. El orígen de Vallarna tiene mucho de eso, de encuentros casi casuales en la cervecería Maeloc de Valladolid para tocar junos canciones folk de Cantabria y Castilla.

Allí fue donde Javier Román (voz, rabel, violín), Arturo Rodríguez (dulzaina y otros vientos), Jesús Enrique Chuchi (guitarra) y Carlos Martin Aires (guitarra y bouzouki) empezaron a conocerse y a tocar juntos. Una feliz asociación forjada en el peor momento posible que, sin embargo, ha sobrevivido a los efectos devastadores de la crisis.

Su primer disco, titulado ‘Km. 90’, fue posible gracias a la participación de la banda en un par de concursos de nuevos talentos en los que consiguieron hacerse con la victoria. Luego consiguieron mantenerse vivos y en pie gracias a las horas de escenario y ensayo y al entusiasmo con el que enfrentaron los tiempos difíciles.

En estos días Vallarna presenta su segundo disco ‘Pimentón Puro’ que ha sido posible gracias a una de esas campañas de micromecenazgo cada vez más habituales. Por suerte a la banda no le ha faltado el respaldo de sus fans incondicionales. Ahora, tal vez, haya llegado el momento de ampliar el círculo y romper la red.

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Vallarna

Rafael Alba

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