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Slim inicia una batalla legal contra Telefónica en Costa Rica

Carlos Slim es conocido por su imperio de telecomunicaciones y empresarial, que le ha convertido en uno de los hombres más poderosos del mundo. Una posición desde la que es inevitable entrar en confrontación con otras empresas u conglomerados en luchas fratricidas por la primacía económica. En ese sentido, la competencia en el continente americano entre América Móvil, empresa de telefonía de Slim, con la española Telefónica va camino de tomar derroteros de alta tensión; una rivalidad cuyo último capítulo se escribe en Costa Rica. Carlos Slim es conocido por su imperio de telecomunicaciones y empresarial, que le ha convertido en uno de los hombres más poderosos del mundo. Una posición desde la que es inevitable entrar en confrontación con otras empresas u conglomerados en luchas fratricidas por la primacía económica. En ese sentido, la competencia en el continente americano entre América Móvil, empresa de telefonía de Slim, con la española Telefónica va camino de tomar derroteros de alta tensión; una rivalidad cuyo último capítulo se escribe en Costa Rica.

El pequeño país ha decidido poner fin al monopolio de las telecomunicaciones y ha ofrecido tres licencias para operadoras de telefonía móvil. Tres licencias a las que sin embargo sólo se han presentado América Móvil y Telefónica (denominada MoviStar en la región). A pesar de que en principio pudiera parecer que la competitividad debería reducirse al tener aseguradas ambas su presencia en Costa Rica y de que todavía no han comenzado a operar, se prevé una batalla legal entre las dos compañías.

Tal y como informan medios locales, América Móvil ha denunciado a Telefónica ante la Superintendencia de Telecomunicaciones (Sutel) costarricense por el contrato que la española ha firmado con el Instituto Costarricense de Electricidad, un órgano con el que es indispensable entenderse para operar en el país pero con el que la empresa de Slim aún no ha tratado. América Móvil sostiene que ese contrato es ilegal porque fija condiciones fuera de las normas de la competencia e inicia de esta forma una batalla legal que podría durar meses.

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