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Rousseff mantiene a su ministro de Deportes pese a las denuncias de corrupción

La presidente brasileña, Dilma Rousseff, está llevando a cabo una “limpieza ética” en su Gobierno contra la corrupción. Después de la renuncia de cuatro ministros, el titular de Deportes se ha visto envuelto en una serie de denuncias por parte de los medios. Sin embargo, la mandataria ha preferido ratificarle de momento. La presidente brasileña, Dilma Rousseff, está llevando a cabo una “limpieza ética” en su Gobierno contra la corrupción. Después de la renuncia de cuatro ministros, el titular de Deportes se ha visto envuelto en una serie de denuncias por parte de los medios. Sin embargo, la mandataria ha preferido ratificarle de momento.

Rousseff ha afirmado que las denuncias contra Orando Silva por corrupción son falsas. Por medio de un comunicado, la mandataria asegura que, tras reunirse con el ministro, el Gobierno «no condena a nadie sin pruebas y cree en el principio civilizado de la presunción de inocencia».

Las acusaciones, partidas de varios medios de comunicación, aseguran que Silva habría recibido 40 millones de reales (23 millones de dólares) en sobornos en beneficio propio y del Partido Comunista al que pertenece. Brasil se encuentra en estos momentos en medio de los preparativos para la celebración del Mundial de fútbol del 2014 y los Juegos Olímpicos 2016, por lo que la destitución del ministro sería un duro golpe para el Gobierno.

«Ante la presidenta desenmascaré todas las mentiras que se han perpetrado en mi contra», aseguró Silva tras haberse reunido con Rousseff. «La presidenta Dilma me recomendó que siguiera con mi trabajo», comentó, agregando que «ella se mostró perfectamente calmada y escuchó todas mis explicaciones».

Silva se convertiría en el quinto ministro obligado a renunciar si la presidneta brasileña le retira su apoyo. Los anteriores, todos ellos acusados de similares casos de corrupción, formaban parte de los partidos, algunos de ellos minoritarios, que dan su apoyo al Gobierno de Rousseff y que también se lo daban a Lula da Silva. La mandataria ha adoptado una línea dura contra la corrupción, mientras que la escasez de fondos alimenta una rivalidad dentro de su coalición.

Silva ha sido el hombre clave del Gobierno para coordinar inversiones y mejoras a la infraestructura para los mega eventos deportivos, que Brasil espera que le ayuden a mostrar su surgimiento como una potencia económica. Las acusaciones contra Silva provienen de un contratista descontento, arrestado el año pasado en una investigación sobre una supuesta operación de recaudación ilegal de fondos por parte del Partido Comunista.

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