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Otro hombre de Lula mete a Dilma en un aprieto

La herencia gubernamental de Lula da Silva está comenzando a presentar más problemas que ventajas para la presidenta brasileña, Dilma Rousseff. Si hace apenas unas semanas Antonio Palocci abandonaba el gobierno en medio de sospechas de enriquecimiento ilícito, un nuevo escándalo de corrupción se cierne sobre el gabinete de Dilma. En este caso, su ministro de Transportes, Alfredo Nascimento, del aliado Partido de la República (PR) y figura “heredada” de Lula, se encuentra en el ojo del huracán debido a la revelación de que miembros de su ministerio recibían sobornos por parte de empresas. La herencia gubernamental de Lula da Silva está comenzando a presentar más problemas que ventajas para la presidenta brasileña, Dilma Rousseff. Si hace apenas unas semanas Antonio Palocci abandonaba el gobierno en medio de sospechas de enriquecimiento ilícito, un nuevo escándalo de corrupción se cierne sobre el gabinete de Dilma. En este caso, su ministro de Transportes, Alfredo Nascimento, del aliado Partido de la República (PR) y figura “heredada” de Lula, se encuentra en el ojo del huracán debido a la revelación de que miembros de su ministerio recibían sobornos por parte de empresas.

Cuatro de los altos cargos del organismo, de hecho, han debido dimitir ante las informaciones hechas públicas por medios brasileños de que cobraban coimas a compañías viales, que a cambio se aseguraban de que sus proyectos fueran aprobados sin problemas. Los sobornos llegaban al 5% de la facturación de los proyectos, y al parecer lo recaudado con estas prácticas ilegales iba a las arcas del PR y a otros políticos del partido.

Ahora, las sospechas se ciernen sobre el propio Nascimento, una figura que Dilma ha recibido de su antecesor, Lula da Silva, cuya alargada sombra comienza a pasarle factura, como ya ocurrió con el caso del jefe de Gabinete, Antonio Palocci, hace pocas semanas. A pesar de que Nascimento se ha apresurado a pedir la dimisión de los cuatro altos cargos involucrados en los sobornos, ahora todas las miradas se dirigen hacia él, que ha pedido que intervenga la Fiscalía General de la Unión para iniciar una investigación.

Mientras, Dilma se ha visto obligada, tras recibir a Nascimento, a hacer público su apoyo al ministro. Al igual que ocurrió con Palocci, a quien finalmente tuvo que dejar caer por la espiral de dudas que se desató en la opinión pública sobre un posible enriquecimiento ilícito, el caso podría complicarse y finalmente afectar negativamente a la imagen de Nascimento, que actualmente está en el punto de mira, y especialmente de Dilma, que de nuevo se ve envuelta en turbulencias por un hombre “heredado” de Lula.

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