Las compañías de Brasil no están pasando su mejor momento, las fábricas desaparecen o se transforman en importadoras. De ahí que desde el Gobierno de Dilma Rousseff hayan decidido desgravar el impuesto que pagan las empresas por sus empleados, que supone un 70% adicional del sueldo de cada trabajador. Las compañías de Brasil no están pasando su mejor momento, las fábricas desaparecen o se transforman en importadoras. De ahí que desde el Gobierno de Dilma Rousseff hayan decidido desgravar el impuesto que pagan las empresas por sus empleados, que supone un 70% adicional del sueldo de cada trabajador.
El ministro de Desarrollo e Industria, Fernando Pimentel, ha admitido que la pérdida de competitividad del sector manufacturero ha hecho que se produjeran “baches” en las diferentes etapas de la cadena productiva. “Se han perdido eslabones”, reconocía el político, además de haber caído el PBI industrial hasta un 2,1%, la mayor reducción mensual desde diciembre de 2008.
Para llegar a esta resolución, el ministro de Hacienda, Guido Mantega, se reunió ayer con una veintena de representantes del sector fabril brasileño. En ella, que tuvo lugar en Sao Paulo, los empresarios se mostraron preocupados por la sobrevaluación del real frente al dólar, entre otros asuntos. Ante estas peticiones, el titular de Hacienda se comprometió a adoptar todas las resoluciones necesarias para cuidar el sector.
La medida del impuesto de trabajadores tendrá vigencia durante un año y podría tener un serio impacto en Argentina, pues podría provocar un desequilibrio de precios relativos de los bienes producidos en el exterior, y sin diferenciar a los socios.
