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La prensa brasileña estrecha el cerco sobre otro ministro de Dilma Rousseff

La “limpieza ética” en que se ha embarcado la presidenta brasileña Dilma Rousseff para erradicar de raíz la corrupción generalizada que impera en el país se ha cobrado ya tres ministros, que han debido dimitir por verse envueltos en irregularidades. El último en engrosar la lista de más que posibles candidatos a abandonar el Gobierno es Pedro Novais, titular de Turismo, que ha sido acusado por el diario Folha de utilizar dinero público para pagar el salario de su empleada de la limpieza. La “limpieza ética” en que se ha embarcado la presidenta brasileña Dilma Rousseff para erradicar de raíz la corrupción generalizada que impera en el país se ha cobrado ya tres ministros, que han debido dimitir por verse envueltos en irregularidades. El último en engrosar la lista de más que posibles candidatos a abandonar el Gobierno es Pedro Novais, titular de Turismo, que ha sido acusado por el diario Folha de utilizar dinero público para pagar el salario de su empleada de la limpieza.

El Ministerio de Turismo ya se vio envuelto en la polémica hace unas semanas, cuando Frederico Silva da Costa, viceministro de la cartera y miembro del Partido de la República (PR) fue detenido y acusado de desvío de fondos del ministerio, junto con otras 37 personas, entre ellos varios funcionarios del Estado. Con en casos anteriores, los detenidos habrían creado un mecanismo para desviar fondos en operaciones internas del ministerio, especialmente en cursos de formación para profesionales de turismo.

En ese momento, Novais pudo escapar a las sospechas y Dilma decidió asegurarle en el cargo. Ahora, el ministro y ex diputado del PMDB, partido mayoritario en Brasil y aliado del Partido de los Trabajadores (PT) de la presidenta, podría haber perdido el apoyo de sus compañeros de partido, lo que unido a las revelaciones de Folha podría darle la puntilla al político.

Si se concretara la salida de Novais del Gobierno, sería el quinto ministro en caer desde que Dilma tomara posesión, a principios de año. La cruzada de la presidenta contra la corrupción ha conseguido el apoyo de gran parte de la población brasileña, aunque ha generado fuertes tensiones en la coalición de Gobierno, cuyos partidos no ven con buenos ojos la caída de sus hombres fuertes en el poder.

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