A Dilma Rousseff, presidenta brasileña, se le viene encima una avalancha de problemas que amenaza con poner a su Gabinete en crisis. Si ayer el aliado Partido de la República abandonaba la coalición gobernante tras ser salpicado por numerosos escándalos de corrupción, hoy ha sido el ya ex ministro de Agricultura, Wagner Rossi, el que ha presentado su dimisión en medio de sospechas de prácticas ilícitas en su cartera. Rossi ha asegurado que una mano en la sombra, cuya identidad no ha querido desvelar, ha orquestado una campaña en su contra para obligarle a salir del poder, y ha defendido su inocencia en su despedida. La caída del ministro aumenta la tensión entre Dilma y el Partido do Movimento Democrático Brasileiro (PMDB), su socio de Gobierno más importante. A Dilma Rousseff, presidenta brasileña, se le viene encima una avalancha de problemas que amenaza con poner a su Gabinete en crisis. Si ayer el aliado Partido de la República abandonaba la coalición gobernante tras ser salpicado por numerosos escándalos de corrupción, hoy ha sido el ya ex ministro de Agricultura, Wagner Rossi, el que ha presentado su dimisión en medio de sospechas de prácticas ilícitas en su cartera. Rossi ha asegurado que una mano en la sombra, cuya identidad no ha querido desvelar, ha orquestado una campaña en su contra para obligarle a salir del poder, y ha defendido su inocencia en su despedida. La caída del ministro aumenta la tensión entre Dilma y el Partido do Movimento Democrático Brasileiro (PMDB), su socio de Gobierno más importante.
A través de una carta, Rossi ha afirmado que se retira previa petición de su familia, que estaba sufriendo en las últimas semanas la presión política por las reiteradas sospechas de corrupción que caían sobre su ministerio. «En los últimos 30 días, he enfrentado diariamente una descarga de acusaciones falsas, sin ninguna prueba. Ninguna de ellas indica un sólo acto que pudiese ser tachado de ilegal o impropio en el trato de la cosa pública», ha afirmado Rossi en su misiva. Rousseff ha nombrado en su lugar a Mendes Ribeiroa, diputado.
La lucha contra la corrupción dentro del Gobierno han conllevado que en los primeros siete meses de Rousseff en el poder, Alfredo Nascimento, de la cartera de Transportes, y Antonio Palocci, ex Jefe de Gabinete, hayan tenido que abandonar sus cargos por sospechas de corrupción y enriquecimiento ilícito. Además, Nelsom Jobim tuvo que abandonar el Ministerio de Defensa después de que la prensa desvelara que había realizado polémicas declaraciones sobre algunos miembros del Gobierno. Tres salidas del Gobierno muy sonadas, puesto que se trataban de políticos de peso heredados por Dilma de su sucesor y mentor político, Lula da Silva.
La presión sobre Wagner Rossi se había intensificado en los últimos días, a pesar de que, siguiendo el patrón habitual ya, el ex ministro recibiera ayer un firme respaldo público de la presidenta, quien declaró ante los periodistas que «todos los ministros» cuentan con su apoyo. Sin embargo, apenas veinticuatro horas después el fin de la carrera política Rossi es un hecho. «Mi familia es mi límite», ha indicado el político en referencia a la presión que comenzaba a afectar también a sus allegados.
La teoría que más circula entre la prensa y entre sectores opositores a Dilma es que es la propia presidenta la que está llevando a cabo una purga de ministros cercanos a Lula, a los que “heredó” al tomar el poder hace apenas siete meses, para ganar independencia y alejarse de la sombra de su sucesor. Esa misma hipótesis señala que Rousseff ha decidido poner en marcha una política de “tolerancia cero” contra la corrupción que le está sirviendo para, además, asentar su poder.
A corto plazo, la estrategia le estaría dando resultado a la presidenta, ya que Rousseff está recibiendo apoyos desde todos los sectores de la población y de la política. Su popularidad apenas ha caído en los últimos tiempos cinco puntos, desde un 72% a un 67%, prueba de que el desgaste de los casos de corrupción que han salpicado a su Gobierno no han pesado en sus votantes.