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La depreciación del real brasileño pone en jaque a la industria argentina

La desaceleración en que ha entrado Brasil en las últimas semanas y el enfriamiento de su economía (un enfriamiento necesario para evitar efectos adversos de un crecimiento desmesurado) ha hecho saltar todas las alarmas de la industria argentina. ¿La razón? Una depreciación del real podría provocar un impacto financiero y económico sobre Argentina, cuya dependencia de la fortaleza de Brasil es manifiesta. La subida del dólar que se espera para esta semana puede incidir en esos temores. La desaceleración en que ha entrado Brasil en las últimas semanas y el enfriamiento de su economía (un enfriamiento necesario para evitar efectos adversos de un crecimiento desmesurado) ha hecho saltar todas las alarmas de la industria argentina. ¿La razón? Una depreciación del real podría provocar un impacto financiero y económico sobre Argentina, cuya dependencia de la fortaleza de Brasil es manifiesta. La subida del dólar que se espera para esta semana puede incidir en esos temores.

En lo que va de mes, el real ha caído un 4,3%, lo que daña principalmente a las exportaciones argentinas hacia Brasil, que suponen el 20% del total. De ahí la importancia estratégica de la fortaleza brasileña para Argentina. Mientras, el dólar ha subido esta semana en Brasil de 1,59 a 1,68 reales, lo que ha causado una honda preocupación entre el empresariado argentino.

Diferentes caras de una misma moneda: lo que en Brasil es un problema nacional –el aumento de la inflación y del crédito, lo que provoca una sobrevaluación del real–, es para la Argentina de Cristina Fernández una ventaja estratégica que favorece a su industria nacional. La fortaleza de la moneda brasileña permite a los productos argentinos mantener su competitividad a pesar de la apreciación del peso por encima de las monedas de la Unión Europea o EEEUU.

Por ello, algunos expertos hablan ya de una “Brasildependencia” argentina; por un lado, los exportadores al gigante brasileño ven cómo sus precios se mantienen en niveles competitivos y permiten el aumento del comercio; por otro, los sectores que se dedican a reactivar los negocios tradicionalmente ligados a las importaciones pueden hacerse un hueco gracias a la competitividad que les asegura la situación cambiaria actual.

Una depreciación del real brasileño podría ocasionar problemas a la economía argentina, como ya ocurrió antes de la crisis de principios del nuevo siglo. El desmedido incremento de la inflación en Argentina (The Economist lo cifra en un 10% para 2011, dos dígitos en todo caso para las predicciones más optimistas) y el dólar fijo hacen que la industria argentina pierda competitividad. Una pérdida que se compensa gracias a la sobrevaluación del real sin que sea necesaria una devaluación del peso por ahora. Un real que ahora se está corrigiendo, en detrimento de la industria argentina.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ha decidido tomar medidas para controlar sus precios internos (una de las obsesiones de Rousseff es conseguir mantener la inflación por debajo de un 6%), al hilo de las constantes advertencias que le viene haciendo el Fondo Monetario Internacional, lo que ha hecho que comience a depreciarse el real. Al ser Brasil su primer socio comercial, Argentina debería tomar nota e intentar equilibrar la situación antes de que eso ocurra y su economía se vea al descubierto, sin protección y, por tanto, en grave riesgo de perder competitividad.

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