Al músico y filólogo vallisoletano Germán Díaz se le ha calificado como “el Jimi Hendrix, de la zanfona, ese extraño instrumento de la familia de los cordófonos frotados que, según los siempre sabios escritores de la Wikipedia, sería algo así como un violín mecánico. Al músico y filólogo vallisoletano Germán Díaz se le ha calificado como “el Jimi Hendrix, de la zanfona, ese extraño instrumento de la familia de los cordófonos frotados que, según los siempre sabios escritores de la Wikipedia, sería algo así como un violín mecánico. O poco más o menos.

Y es probable que este virtuoso de las teclas, el arco y la manivela giratoria tenga alguna que otra conexión con el fantástico guitarrista de Seattle. Sobre todo, por esa inquietud obsesiva que, lo mismo que le sucedía al zurdo genial, parece convertirle en un adicto al riesgo que derrumba los límites de su instrumento y de la música folklórica con el deseo de encontrar la belleza allí donde se encuentre.

Enfrentarse a una actuación de Díaz es algo así como vivir una sesión espiritista de ‘retrofuturismo’. Sobre todo, en las presentaciones de su celebrado ‘Método Cardiófonico’. Un conjunto de músicas que toman como base las grabaciones en vinilo de los latidos del corazón en varias sesiones valvulares de sus pacientes que realizó en la década de los cuarenta del pasado siglo, un tal doctor Iriarte.

Esos sonidos, tan cotidianos que pasan habitualmente desapercibidos para la siempre estresada especie humana, constituyen la base rítmica, la perfecta combinación de bajo y bombo, para las precisas y preciosas arquitectura sonoras que Germán y sus compinches construyen sobre ellas.

Díaz, y los músicos que le acompañan, completan el sonido de la zanfona, con los ruidos que producen otros artilugios de manivela y ejecución mecánica, de características similares a los organillos o las cajitas de música y también con el soplido melódico de los siempre punzantes y poéticos instrumentos de viento, de metal o de madera.

El resultado de esta combinación de elementos singulares, aplicada a composiciones propias de Díaz o de otros autores como Eleni Karaindrou, Valentin Clastrier o Paolo Conte, constituye una experiencia sensorial inolvidable. Y mucho mejor si se captura en vivo. Una oportunidad que desde ya tienen todos ustedes, porque Díaz inicia este mismo mes una nueva gira. No se lo pierdan.

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German Díaz

Rafael Alba

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