Artista inclasificable e iconoclasta, Enrique Heredia ‘El Negri’ es capaz de navegar con el mismo garbo entre las turbulencias raciales de músicas tan aparentemente dispares como el flamenco y el jazz y de encontrar siempre la ola buena para peinar el viento. Artista inclasificable e iconoclasta, Enrique Heredia ‘El Negri’ es capaz de navegar con el mismo garbo entre las turbulencias raciales de músicas tan aparentemente dispares como el flamenco y el jazz y de encontrar siempre la ola buena para peinar el viento.
Desde sus ya lejanos comienzos en el negocio, venía acompañado por las mejores referencias. Quizá, precisamente, por esa naturalidad mestiza con la que ha sido capaz de construir un universo sonoro propio que trasciende, y mucho, los límites establecidos por el ‘flamenkito’ multiusos.
Tuvo también patrocinadores ilustres. Como recuerdan siempre que hablan de él, esos locutores de radio expertos en la geografía del duende, su compadre Ray, también apellidado Heredia, opinaba que a Enrique le sobraba el talento y la capacidad de conmover al respetable con un simple quiebro de voz.
Con todas esas armas a su disposición, Enrique se embarcó en La Barbería del Sur, uno de los proyectos más acertados de aquella tendencia del último tramo del pasado siglo, que buscó tender puentes entre el flamenco y la música popular, unas veces con mejor tino que otras.
Esas características, sumadas a su destreza como acompañante, le han ayudado a mantener también una larga y productiva carrera como colaborador de otros artistas, entre los que destacan maestros del flamenco, como Paco de Lucía, o del jazz como Jerry González.
Ahora, Enrique empieza a ser dueño de su propio destino artístico y ha vuelto a los estudios de grabación donde espera completar pronto un nuevo disco. El sucesor de su celebrado homenaje que le hizo a Armando Mañanero, con muchos y buenos colaboradores.
