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El Papa muestra su preocupación por las desigualdades en Brasil

Francisco I llega a las Jornadas Mundiales de la Juventud en Río de Janeiro para intentar mostrar una Iglesia humilde y preocupada por el ciudadano. La llegada del Papa Francisco a Río de Janeiro ha estado marcada por la confusión y los problemas de seguridad. Según explica el diario español El País, Jorge Mario Bergoglio no solo rechazó el papamóvil blindado, sino que eligió uno de los coches más pequeños del mercado y una escolta reducida para acudir a su cita en el palacio de Gobierno. Eso, junto a la equivocación del chófer, hizo que el pontífice llegara 50 minutos tarde, lo que provocó momentos de gran alarma entre las autoridades brasileñas.

Ya en la sede del Gobierno, ante la presidenta Dilma Rousseff y demás autoridades locales, el Papa reivindicó más atención hacia los graves problemas que sufre la juventud, haciendo mención así a las manifestaciones que han protagonizados los jóvenes brasileños en las últimas semanas: “Un pueblo tiene futuro si cuenta con jóvenes y ancianos”, declaró Francisco. El pontífice explicó también que su intención era dirigirse a la sociedad entera, que sufre en sus carnes la crisis y la incertidumbre.

Muchos han llegado a considerar la visita del Papa Francisco a Brasil como un viaje que puede cambiar la historia. Y es que Bergoglio pretende dar una nueva visión de una Iglesia que vuelve a sus orígenes de pobreza y quiere denunciar a una sociedad que vive bajo un modelo económico que permite la exclusión. Francisco llega para intentar hacer realidad las políticas de inclusión y de igualdad de oportunidades.

El primer Papa latinoamericano visita el país con mayor número de católicos del mundo (unos 130 millones de creyentes). Llega al continente de gran mayoría aún católica, pero cuyos fieles están perdiendo terreno día a día a favor de los evangélicos o de los agnósticos. Bergoglio, considerado el portador de un evangelio social, llega a América, donde millones de personas han conseguido salir de la pobreza en las últimas décadas. A pesar de todo, este continente es aún uno de los lugares del planeta con mayores desigualdades sociales, ya que una minoría es la que acapara el 90% de la riqueza.

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