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Dilma se enfrenta a los sindicatos brasileños por su nuevo plan de ajuste fiscal

Brasil ha mantenido un sostenido y fuerte crecimiento en los últimos años, que lo ha situado como uno de los países más sólidos y con más proyección de futuro de la región. A pesar de que ha conseguido sortear la crisis económica global con bastante solvencia, su presidenta, Dilma Rousseff, no está dispuesta a correr ningún riesgo y ha anunciado por sorpresa un plan de ajuste fiscal y de recorte del gasto que aporte estabilidad ante los mercados internacionales a la nación. Unas intenciones que sin embargo han sentado mal a los sindicatos brasileños, que amenazan con protestas. Brasil ha mantenido un sostenido y fuerte crecimiento en los últimos años, que lo ha situado como uno de los países más sólidos y con más proyección de futuro de la región. A pesar de que ha conseguido sortear la crisis económica global con bastante solvencia, su presidenta, Dilma Rousseff, no está dispuesta a correr ningún riesgo y ha anunciado por sorpresa un plan de ajuste fiscal y de recorte del gasto que aporte estabilidad ante los mercados internacionales a la nación. Unas intenciones que sin embargo han sentado mal a los sindicatos brasileños, que amenazan con protestas.

Los planes de Dilma pasan por elevar el déficit primario del gigante sudamericano del 3% al 3,5% del PIB, algo que supondría una garantía de solidez ante los mercados internacionales en una época de inestabilidad global generada por la crisis económica que azota el orbe. Para acompañar a esa medida, la presidenta ha anunciado que recortará el gasto público, aunque se ha apresurado a asegurar que no tocará el gasto público.

El ajuste más inmediato sería de 15.000 millones de reales (alrededor de 6.500 millones de euros), lo que unido al deseo de aumentar el déficit, ha desatado las iras de los sindicatos brasileños, que consideran ambas medidas como un gesto hacia el mundo de las finanzas internacional y claman por lo que consideran podría afectar a la clase trabajadora del país. Además, exigen a Dilma una rebaja de los tipos de interés, que se mantienen como los más altos de la región.

Rousseff, en medio de una tempestad política desatada por su “limpieza ética” contra la corrupción, que ha provocado la caída de cuatro ministros en apenas seis meses, ya había recibido esta misma semana un aviso por parte de los sindicatos brasileños, con los que ha mantenido una reunión sin agenda definida en la que la preocupación de los líderes sindicales por la importación de productos chinos y el impacto sobre la economía y la creación de empleo ha sido la tónica dominante. Ahora, a esas preocupaciones se les suma el nuevo plan de ajuste, que puede tensar aún más las relaciones entre las bases sindicales y la presidenta.

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