En los últimos meses, analistas y organismos internacionales han avisado a Brasil de que la entrada de capitales, la inflación y el crecimiento desbocado de su economía podían dar lugar a una burbuja de fatales consecuencias. Ahora, tras los denodados esfuerzos de su presidenta, Dilma Rousseff, por enfriar la economía brasileña, parece que comienzan a aparecer los primeros resultados. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, ha hecho público que durante el 2011 el crecimiento de Brasil se situará en un 4,5%, mientras que en 2010 creció a un 7,5%, la tasa más alta de las últimas tres décadas. En los últimos meses, analistas y organismos internacionales han avisado a Brasil de que la entrada de capitales, la inflación y el crecimiento desbocado de su economía podían dar lugar a una burbuja de fatales consecuencias. Ahora, tras los denodados esfuerzos de su presidenta, Dilma Rousseff, por enfriar la economía brasileña, parece que comienzan a aparecer los primeros resultados. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, ha hecho público que durante el 2011 el crecimiento de Brasil se situará en un 4,5%, mientras que en 2010 creció a un 7,5%, la tasa más alta de las últimas tres décadas.
“El PIB refleja una acomodación de la economía brasileña por los ajustes que hemos hecho desde el final del año pasado para moderar el crecimiento y para mantenerlo en un nivel suficiente para generar empleo y riqueza”, ha señalado a los medios Mantega. La tasa interanual se ha reducido a un 6,2% tras los tres primeros meses, una muestra de la desaceleración que sufre la economía brasileña, que se espera que cierre el año en torno a un 4,2% de crecimiento.
El enfriamiento de la economía ha sido una de las prioridades del gobierno de Dilma Rousseff. “Si miramos abril y mayo, notamos que la economía brasileña se ha desacelerado un poco más. El segundo trimestre del año va a tener un crecimiento menor”, ha declarado Mantega.
La caída del consumo familiar, motivada por la inflación, y la subida de los tipos de interés puesta en marcha por el Banco Central brasileño son las causas principales de ese enfriamiento. Tras el primer trimestre de 2011, el crédito se ha expandido un 13%, lo que supone un 7% menos que hace justo un año, cuando aumentaba a un ritmo del 20%.
Por otro lado, la economía sigue fuerte. Las ganancias en neto de 307 empresas brasileñas con acciones en la Bolsa de Valores de Sao Paulo durante el primer trimestre de este año aumentaron un 41,5%, respecto al mismo período de 2010. Así lo reveló un reciente estudio llevado a cabo por la consultora Economática. Las compañías analizadas han registrado un beneficio de unos 32.429 millones de dólares (23.071 millones de euros), frente a los 22.913 millones de dólares (16.300 millones de euros) del pasado año.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido varias veces a Brasil de que necesita poner en marcha políticas de consolidación fiscal y mayores tasas de interés, además del uso de medidas de controles de capital para poner freno al citado aumento del crédito, que puede provocar procesos inflacionarios y el aumento de los precios del mercado inmobiliario. «Los signos de aumento de la burbuja de crédito en algunas economías emergentes del G-20 puede suponer riesgos de posible crisis financiera y un aterrizaje forzoso para el crecimiento económico», advirtió el Fondo Monetario Internacional (FMI) en un informe hace algunas semanas, en el que también recomendó una subida de interés a otros países como China o Turquía, que también están en plena expansión del crédito.
Ahora, los datos de la desaceleración de la economía brasileña en lo que va de 2011 demuestran que Dilma tomó nota y ha hecho sus deberes.