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Christina Rosenvinge

No hay duda. A Christina Rosenvinge no le atrae la nostalgia. Ni tampoco interpretar por sistema en este momento de su vida algunas canciones, grandes canciones, que han dibujado su trayectoria artística, pero ya no significan lo mismo para ella. No hay duda. A Christina Rosenvinge no le atrae la nostalgia. Ni tampoco interpretar por sistema en este momento de su vida algunas canciones, grandes canciones, que han dibujado su trayectoria artística, pero ya no significan lo mismo para ella.

Por eso, cualquier seguidor veterano de esta artista que haya ido a verla actuar en sus últimos conciertos, seguramente, se habrá ido a casa sin haber podido escuchar su tema favorito. A cambio, habrá tenido la oportunidad de enamorarse de las nuevas canciones.

Esta semana, la cantautora fue la invitada estelar del último programa de la segunda temporada de Radio Persona, la perfomance pseudoradiofónica que Andrés Sudón y sus secuaces realizan los lunes en La Fidula, el veterano y rejuvenecido local de la calle Huertas, tan propicio a las confidencias.

Allí el respetable público asistente pudo conocer de primera mano la intrahistoria de ‘Lo Nuestro’, el álbum más reciente de la artista. Una colección de canciones bellas e inquietantes, con segundas y terceras lecturas disponibles, en las que resulta fácil quedar atrapado.

Alguna mente perspicaz ha bautizado con acierto la nueva línea estilística de la artista como ‘romanticismo industrial’, como corresponde a un sonido, a veces frío, elaborado con máquinas y ‘plugins’, pero bajo cuyas capas late con fuerza un corazón de rock and roll.

Para conseguirlo, Christina ha colaborado en el estudio con el productor Raúl Fernández ‘Refree’, un socio ideal. Pero la magia también funciona en directo. Si quieren comprobarlo acudan a la actuación que ofrecerá el próximo 10 de diciembre en la sala Joy de Madrid. No les defraudará.

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