El presidente venezolano no confía en sus ministros. Solo de esta forma podría explicarse que en su ausencia, por una misteriosa enfermedad que le hace permanecer en Cuba, la Asamblea Nacional venezolana se haya visto forzada a legitimarle para gobernar desde allí. La oposición al chavismo aun no tiene una cabeza visible para enfrentarle en las elecciones de 2012. Sin embargo, pocos podían esperar que una enfermedad del bolivariano dejase al descubierto la principal debilidad de la “revolución”, la ausencia de un sustituto para el líder. El presidente venezolano no confía en sus ministros. Solo de esta forma podría explicarse que en su ausencia, por una misteriosa enfermedad que le hace permanecer en Cuba, la Asamblea Nacional venezolana se haya visto forzada a legitimarle para gobernar desde allí. La oposición al chavismo aun no tiene una cabeza visible para enfrentarle en las elecciones de 2012. Sin embargo, pocos podían esperar que una enfermedad del bolivariano dejase al descubierto la principal debilidad de la “revolución”, la ausencia de un sustituto para el líder.
Hugo Chávez lleva a cabo una forma de política que cualquiera puede reconocer como populista. Sus medidas son mejores o peores para el conjunto del país, mejores o peores para la economía de Venezuela y mejores o peores para el progreso, la democracia y las libertades. Por el contrario, una cosa es clara. A su falta, no habrá nadie que lo sustituya y, lo que parece haber mostrado esta nueva enfermedad que lo mantiene postrado en Cuba, él parece no querer que lo haya.
Un líder populista como es debido, mantiene bajo su control a cualquiera que pueda hacerle sombra. Tal vez por ese motivo, entre sus ministros, a los que se refiere habitualmente de una manera paternal, no hay nadie que lo haga. Su vicepresidente, Elias Jaua, que está llamado a sustituirle en momentos como el actual, ha pasado a ser un mero transmisor de la evolución de la salud del líder. Chávez ha preferido gobernar desde Cuba a ceder el poder a cualquiera de sus ministros.
Y este hecho no puede entenderse más que como una muestra de desconfianza, ya sea hacia la capacidad de quienes forman su gobierno o ya sea hacia las pretensiones de estos a la hora de sustituirle. El debate ha sido arduo en Venezuela por su ausencia. Tal vez por eso, Jaua debió salir ante los medios para asegurar que «el presidente legítimo, constitucional y legal y en pleno ejercicio de sus competencias es Hugo Chávez y punto, no hay discusión».
Pero estas palabras no han servido para gran cosa. Ayer, la red de microblogin Twitter bullía entre especulaciones. La poca información sobre la enfermedad de Chávez, del que solo se sabe que sufre un absceso pélvico, así como el hermetismo que parece haber envuelto al PSUV, hacen pensar que algo más grave de lo que se dice podría estar ocurriéndole al líder bolivariano. De ser así, y visto fríamente, Chávez no tendría sustituto.