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C. Tangana

Las canciones de amor siempre han sido bien recibidas por el público. Pero, las apariencias externas y el ropaje instrumental de los baladistas han cambiado con el tiempo. Los hay como Marwan que parten de la estética de los viejos cantautores o los hay como C. Tangana que le ponen almíbar al rap. Las canciones de amor siempre han sido bien recibidas por el público. Ahora y antes. Pero, las apariencias externas y el ropaje instrumental de los baladistas han cambiado con el tiempo. Los hay como Marwan que parten de la estética de los viejos cantautores o los hay como C. Tangana que apuestan ponerle buenas dosis de almíbar al rap.

Ambos, como otros tantos practicantes del eterno sortilegio escondidos en los hechizos de la canción romántica, se encuentran además en un buen momento, porque su nombre empieza a trascender con fuerza los circuitos reducidos en los que se dieron a conocer. Aunque, en el caso de C. Tangana, lo ‘extramusical’ también cuenta a la hora de fijar la dimensión del personaje.

Su popularidad se ha visto reforzada últimamente por algunas serpientes virales como su rivalidad con Nega de Los Chikos del Maíz, representante genuino del rap político, sus irónicas declaraciones de amor a Carlota Cassials de las Hinds o su pasión confesada por el trabajo de Drake, el más dulzón de los raperos canadienses y la última gran superestrella global del género.

Pero C. Tangana lleva mucho tiempo forjando su leyenda. Primero era sólo Antón Alvárez, un estudiante de filosofía que con el nombre de Crema empezó a autoeditar sus maquetas, y luego contribuyó a crear la marca Agorazein con otros activistas de la palabra, una especie de empresa de distribución para todos sus productos.

Puede que lo único que le haga falta para convertirse de verdad en el émulo latino de su admirado Drake sea acertar con la canción que sirva para encumbrarle definitivamente. En estos días ha lanzado un video en el que le acompaña la joven cantaora catalana Rosalía, donde ambos defienden con solvencia un dueto titulado ‘Antes de morirme’ que huele a éxito radiofónico.

La crítica moderna ha bendecido esta pieza de romanticismo ‘cazurro’ y chuleta, que ya ha llamado la atención de los escritores del portal Jenesaispop, que ven madera de superéxito en esta canción. Y el público, al menos el virtual, también parece disfrutar del tema, como demostrarían las casi 800.000 visualizaciones que el video ha cosechado en sólo ocho días. ¿Habrá llegado el momento?

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