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Brasil y Chile se disputan el liderazgo militar en Latinoamérica

La reciente noticia de que Brasil domina ya el ciclo completo del enriquecimiento del uranio y de que a partir de 2016 contará con submarinos de propulsión nuclear no ha hecho sino confirmar la tendencia en que el país sudamericano vive inmerso en los últimos años: la de la modernización de sus Fuerzas Armadas para colocarlas a un nivel que responda a su creciente potencial económico. Según datos del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), el país de Dilma Rousseff incurrió en 33.500 millones de dólares de gastos militares durante el 2010, casi la mitad del total regional. La reciente noticia de que Brasil domina ya el ciclo completo del enriquecimiento del uranio y de que a partir de 2016 contará con submarinos de propulsión nuclear no ha hecho sino confirmar la tendencia en que el país sudamericano vive inmerso en los últimos años: la de la modernización de sus Fuerzas Armadas para colocarlas a un nivel que responda a su creciente potencial económico. Según datos del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), el país de Dilma Rousseff incurrió en 33.500 millones de dólares de gastos militares durante el 2010, casi la mitad del total regional.

En 2009, con la intención declarada de modernizar sus Fuerzas Armadas, el entonces presidente Lula da Silva firmó una alianza con su homólogo Nicolás Sarkozy para construir cuatro submarinos Scorpene, con una inversión prevista de 6.700 millones de euros (unos 9.600 millones de dólares) para las próximas tres décadas. En 2010, la región sudamericana ha sido la zona del mundo donde más se han incrementado los gatos militares. Brasil lidera la marcha con un total de 33.500 millones de dólares invertidos en esa área, mientras que el total de la región ascendió a 63.300, por lo que el gigante sudamericano carga prácticamente con la mitad.

El dominio del ciclo completo del enriquecimiento del uranio se ha conseguido gracias a la puesta a punto de una planta dedicada a tal efecto, Usina de Gas de Uranio (Usexa), localizada en Iperó, en el estado de Sao Paulo, que comenzará a producir plenamente a partir de 2012. De esta forma, la nación sudamericana ya no dependerá del exterior para llevar a cabo el proceso. El complejo se encuentra bajo administración de la Armada, que planea construir una nueva flota de submarinos y navíos, a los que incorporará propulsión nuclear a partir de 2016, con la que vigilar su amplias extensiones de costa y, lo que es más decisivo, las zonas en las que según los expertos se encuentran importantes yacimientos petrolíferos marinos.

Sin embargo, la posibilidad de que Brasil desarrolle armas nucleares es nula, ya que ello está descartado en la propia Constitución del país. A partir del 2012, la planta producirá 40 toneladas anuales de uranio limitado al 5% y otra línea al 20%, que se dedicará a aplicaciones científicas y técnicas, por lo que los usos directamente ofensivos del material no se contemplan (las armas nucleares requieren de un enriquecimiento del 90%).

En los últimos años, Brasil ha incrementado sobremanera su gasto armamentístico. El tamaño del PIB brasileño ha situado a la nación de Dilma Rousseff entre los 13 países que más dinero gastan en armamento. Brasil utilizó en 2008 un 1,5% de su PIB para adquirir armamento, un porcentaje que le sitúa dentro de la media aproximada del global de los países latinoamericanos. Pero ese dato adultera la realidad.

Según el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), el ministerio de Defensa brasileño contaba en 2009 con un presupuesto de 27,124 millones de dólares, un 16,4% más que en 2008, cuando gastó 23,302 millones. Uno podría pensar que esta ampliación representa un gran esfuerzo para el país. Por el contrario, no es más que el reflejo de la manera en que está creciendo la economía brasileña. Desde el año 2003, el país amazónico mantiene un gasto sostenido del 1,5% de su PIB, algo que le está sirviendo, si esa es su intención, para colocarse entre los estados que más gastan.

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