Los expertos en derivados y deuda tóxica del fondo de inversión Blackrock llevan camino de convertirse en las máximas autoridades mundiales en la evaluación y la búsqueda de soluciones para limpiar los balances de las entidades financieras de los rastros de sus apuestas más arriesgadas. Los expertos en derivados y deuda tóxica del fondo de inversión Blackrock llevan camino de convertirse en las máximas autoridades mundiales en la evaluación y la búsqueda de soluciones para limpiar los balances de las entidades financieras de los rastros de sus apuestas más arriesgadas.
Su último trabajo en este campo, según una información publicada por ‘The New York Times’, consiste en ayudar al Gobierno griego a determinar la capitalización que necesitarían sus bancos para concluir su proceso de saneamiento tras la suspensión de pagos ordenada que acaba de llevar a cabo el Estado heleno.
Algunos ‘blogeros’ especializados se han mostrado críticos con esta nueva línea de negocio abierta por el mayor Fondo de capital privado del mundo, un emporio que gestiona activos por valor de 3,5 billones de dólares (algo más de tres veces el PIB español de un año). Consideran que, dada la implicación de la firma en este tipo de transacciones existe un conflicto de intereses, obvio.
En su descargo, desde la propia compañía recuerdan que ya en 2008, Washington contó con ellos para realizar una evaluación detallada de los activos tóxicos que acumulaba la aseguradora estadounidense AIG, que hubo de ser rescatada unos días después de la quiebra de Lehman Brotheres, para evitar un colapso sistémico en las finanzas mundiales.
