«Global Witness registró 227 asesinatos de defensores de la tierra y el medio ambiente en 2020, otro año que se convierte en el más peligroso del que hay registros para las personas que defienden sus hogares, la tierra, los medios de vida y los ecosistemas vitales para la biodiversidad y el clima», dice un informe publicado este lunes.
Aproximadamente tres de cada cuatro ataques tuvieron lugar en las Américas, con 7 de los 10 países que encabezan la lista situados en América Latina.
Por segundo año consecutivo, Colombia registró en 2020 el mayor número de asesinatos de ambientalistas, 65, en un contexto de «ataques generalizados contra defensores de derechos humanos y líderes comunitarios en todo el país, a pesar de las esperanzas del acuerdo de paz de 2016», señala Global Witness.
Los pueblos indígenas se vieron particularmente afectados y la pandemia del coronavirus no hizo más que empeorar la situación, según esta ONG.
En el segundo lugar está México, con 30 ataques letales perpetrados en 2020, un 67 por ciento más que en el año anterior.
Casi un tercio de estos incidentes estuvieron relacionados con la tala, y la mitad de los ataques fueron dirigidos contra comunidades indígenas.
«La impunidad de los delitos contra los defensores sigue siendo escandalosamente alta: hasta el 95 por ciento de los asesinatos no derivan en un enjuiciamiento», constata Global Witness con respecto a México.
Filipinas ocupa la tercera posición de la lista, con 29 ambientalistas asesinados el pasado año.
Cinco de los seis renglones siguientes corresponden nuevamente a Latinoamérica: Brasil (20), Honduras (17), República Democrática del Congo (15), Guatemala (13), Nicaragua (12) y Perú (6).
Si se suman Argentina (1) y Costa Rica (1), las naciones latinoamericanas acaparan 165 de los 227 asesinatos de ambientalistas que fueron documentados en 2020.
Fundada en 1993, y con sede en Londres y Washington, Global Witness se dedica a investigar y denunciar los abusos ambientales y de derechos humanos en los sectores del petróleo, el gas, la minería y la madera. La ONG presume de ser pionera en descubrir el vínculo entre recursos naturales, conflicto y corrupción.