Existe una gran diferencia entre ambos torneos, más allá de los continentes en los que se juegan, y tiene que ver con la paridad salarial entre hombres y mujeres.
Noruega fue el primer país en garantizar los mismos sueldos a sus futbolistas, más allá de su sexo, en 2017. Desde entonces le han seguido otras selecciones como Dinamarca, Inglaterra, Países Bajos, Brasil o Australia.
La Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) intenta desde hace algunos años poner el tema en agenda, con el incremento de los premios en dinero que se reparten por participar y ganar campeonatos, aunque la diferencia con los hombres todavía dista mucho de ser una paridad.
Por participar de la copa que se define este sábado en la ciudad colombiana de Bucaramanga (Santander, noreste) cada selección recibió cuatro millones de dólares, el equipo que resulte ganador sumará otro millón y medio de la moneda estadounidense y el que salga en segundo lugar, medio millón.
Se trata de un incremento sustancial en relación a la edición anterior, que repartió 85.000 dólares a las ganadoras y 50.000 al segundo puesto, pero la diferencia con respecto a sus colegas masculinos en su edición de 2021 es de unos 8,5 millones de dólares.
La misma intención tiene Conmebol con la copa Libertadores femenina, en la que aumentó los premios a 1,5 millones de dólares, aunque el dinero no siempre termina en manos de las ganadoras.
En 2018, las jugadoras del Atlético Huila que ganaron la copa Libertadores elevaron un reclamo que marcó a fuego la lucha de las futbolistas que buscan paridad salarial con sus colegas hombres o, al menos, disfrutar de los premios por ellas conseguidos.
«Nos ganamos 55.000 dólares que nunca van a llegar a nosotras, lastimosamente. Eso llega al Atlético Huila masculino, que tiene un presidente diferente al nuestro», dijo en un video de entonces la referente del equipo, Yoreli Rincón.
Las futbolistas terminaron percibiendo algo de dinero por la copa lograda pero el mismo salió de los bolsillos de su presidente, el ingeniero huilense Diego Perdomo, en la actualidad, máximo accionista de Independiente Santa Fe.
«Es dinero y eso es súper importante, luego son las federaciones o clubes los que deciden qué hacen con ese dinero. Con lo del Huila tuvieron que retroceder. Nadie informa qué se hace con ese dinero pero lo ideal es que se reinvierta en el fútbol femenino», cuenta la historiadora de fútbol femenino argentina, Ayelén Pujol, autora de los libros «¡Qué jugadora!» (Planeta, 2019) y «Barriletas Cósmicas» (Chirimbote, 2020).
Pujol cree que «todavía falta mucho por discutir», y recuerda que en su país, sólo Boca Juniors, River Plate, Gimnasia de La Plata (provincia de Buenos Aires, centro este) y un puñado más de clubes tienen planteles profesionales, pero el resto aún es amateur.
«La búsqueda de Conmebol es el desarrollo y profesionalismo del fútbol femenino y que cada día mejore más. El aumento es para incentivar a clubes y jugadoras para que tengan un desarrollo mucho más rápido y las bases de dinero para la infraestructura de muchos clubes», dice a esta agencia el Secretario General Adjunto y Director de Desarrollo de la casa madre del fútbol sudamericano, Nery Pumpido.
Para la Conmebol, los premios son una ayuda para mejorar la infraestructura del fútbol femenino, y que se mejore el profesionalismo de aquellos que tienen que enseñar a la disciplina. «El dinero puede destinarse a cursos y otras cuestiones que busquen la evolución», opina el exarquero de la selección argentina campeona mundial en México 86 y subcampeona en Italia 90.
Sin embargo, la entidad no puede incidir en las decisiones finales que toman los clubes, vitales para que el fútbol femenino llegue todavía más alto.
«Primero hay que pensar en el profesionalismo, tratar de aprender lo más rápido posible. Esto es un inicio, es muy joven todavía pero en un futuro, si sigue esta evolución, seguramente va a tener una equiparación con el fútbol masculino», cierra Pumpido.