S&P Global Ratings ha rebajado la calificación crediticia de Costa Rica a corto y largo plazo a ‘B’, con perspectiva ‘negativa’, debido a la incertidumbre política del país y el empeoramiento de las finanzas públicas, según informó en un comunicado.
La agencia señala que en el país se perciben señales mixtas sobre la Administración del presidente Alvarado y su implementación de un ajuste estructural fiscal, con un segundo cambio en el Ministerio de Economía en apenas seis meses, lo que ha incrementado la incertidumbre política y podría presionar la liquidez debido a una mayor necesidad de inversiones tanto en los mercados domésticos como en los internacionales.
Además, la firma también resalta que la pandemia provocará una contracción mayor de la esperada este año en el país. «Debido a la presión asociada con la pandemia global de Covid-19, prevemos una contracción más profunda en el Producto Interior Bruto (PIB) de Costa Rica y un deterioro más persistente en el perfil fiscal del Gobierno en 2020 y en 2021».
En concreto, la agencia proyecta una contracción del 3,6% del PIB del país centroamericano este año, con un repunte del 3,3% a partir de 2021.
La perspectiva ‘negativa’ sobre Costa Rica indica la posibilidad de que una caída en la economía durante los próximos 12 meses conduzca a un fallido liderazgo político en la corrección de las acciones fiscales del país, que tendrían como objeto detener el potencial incremento de las presiones sobre la liquidez y las crecientes necesidades de financiación soberana.
«Una acción política pobre o una implementación política desigual podría debilitar la sostenibilidad del crecimiento de Costa Rica y sus trayectorias de finanzas públicas. También podría resultar en una posición menos favorable del espacio institucional del país y llevarnos a bajar el rating», ha apuntado S&P.
Al mismo tiempo, la firma reconoce que el nuevo ministro de Economía, Elian Villegas, ha anunciado que sus acciones irán encaminadas a rebajar la alta carga de intereses del país, la cual ha crecido en los años recientes debido a una mayor deuda y unos mayores costes de los préstamos. Además, la proyección del impacto de la Covid-19 sobre los ingresos de Costa Rica aumentan la presión de la carga de intereses del país. «Una combinación de unas grandes necesidades de financiación y unas decisiones potencialmente pobres en el manejo de la deuda podrían conducirnos a un descenso», apostilla la firma.
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