En el acto en que sancionó la ley (el acto formal con que queda validada) Lula agradeció el trabajo de los congresistas: «Tuvieron un acto de valentía como pocas veces en la historia de Brasil, esta sanción significa el reconocimiento del trabajo de todas las personas serias que cuidan de la educación», afirmó.
Lula subrayó que numerosos estudios respaldan la decisión por el impacto que los celulares tienen en el proceso de aprendizaje y socialización de los niños, y citó a países como Francia, España, Finlandia, Corea del Sur o Sudáfrica que ya han implantado la prohibición.
Los celulares quedarán prohibidos durante las clases, el recreo y actividades extraescolares, con excepción de cuando deban usarse para fines pedagógicos o por seguridad (como en el caso de niños diabéticos, que lo usan para medir la glicemia, por ejemplo).
La ley vale tanto para escuelas públicas como privadas y ha contado con un raro consenso entre los congresistas, desde la izquierda del Partido de los Trabajadores (PT) hasta la extrema derecha del Partido Liberal (PL).