El daño causado por el fuego supera en un 90 por ciento más a lo ocurrido en 2019, cuando este país sudamericano vivió su primera catástrofe con casi seis millones de hectáreas quemadas, afirmaron los investigadores Gonzalo Colque y Alcides Vadillo, de la Fundación Tierra, y la presidenta del colegio de Ambientalistas del departamento de Santa Cruz, Adita Montaño, en entrevistas con la Agencia Sputnik.
«Sí, es la peor crisis ambiental que vive Bolivia, que por lo menos en área quemada supera todos los valores históricos tanto a escala nacional y departamental en Santa Cruz (este). Por ejemplo, duplica las cifras que se presentaron en 2019 en Santa Cruz.
La afectación principal hoy es a bosques primarios en la zona de la Amazonía, a diferencia de 2019 que eran pampas», explicó Colque, con base al «Reporte de Incendios Forestales 2024».
La cuantificación de 10 millones de hectáreas de vegetación quemadas al 30 de septiembre fue revelada por la Fundación Tierra, que en base a una investigación con imágenes satelitales —MODIS Active Fire Data, VIIRS Active Fire Data y LANCE— constató que el daño es mayor que en 2019.
«El 69 por ciento de ese territorio quemado está en Santa Cruz (región agroindustrial), 28 por ciento está en el departamento de Beni (norte) y el otro 3 por ciento está en el resto del país.
Por eso lo calificamos como el mayor desastre en la historia del país, prácticamente duplica lo que había sido el nivel de incendios de 2019 que era lo más alarmante que teníamos», concluyó Vadillo.
El fuego en la actualidad aún no fue sofocado en su totalidad y continúa sin freno consumiendo todo a su paso. Desde pastizales, animales silvestre y domésticos, insectos hasta propiedades ganaderas y viviendas construidas con palmeras de indígenas chiquitanos, guaraníes y tacanas.
«En 2019 fueron más de 5 millones de hectáreas quemadas, lo que es más grande que Costa Rica; hoy compartí esta información con amigos en el extranjero y constataron que 10 millones de hectáreas es más grande que Bélgica, Holanda y Luxemburgo juntos, esto es lo que se quemó», lamentó.
El fuego comenzó en mayo con quemas de agricultores y empresarios agrícolas que siembran soya y arroz, pero el fuego ayudado por los fuertes vientos y la sequía extrema se extendió hasta ser incontrolable.
EPICENTRO
Santa Cruz, ubicado en el este del país, es el epicentro de los incendios y la región más afectada por una ola de calor de hasta 40 grados centígrados y contaminación por humo, que obligó a suspender clases escolares, operaciones aéreas y representa una amenaza para la salud pública.
Por ejemplo, el 28 por ciento de las tierras quemadas en el departamento de Santa Cruz son tierras indígenas, mientras que el 22 por ciento es área protegida.
«La gente de los municipios de Guarayos y de Concepción fue la gente que fue evacuada del fuego, perdieron casas, cultivos y esta gente damnificada es la que necesita casa, alimentos, son víctimas del fuego que salieron huyendo y hoy están refugiados en casas de familiares, y necesitan la atención del Estado», abogó.
Las principales hipótesis sobre las causas del fuego para los investigadores de la Fundación Tierra son la ampliación de la frontera agrícola, agravada por la sequía y los vientos, con lo que «el fuego es imparable».
Mientras que la agricultura ilegal está protagonizada por asentamientos de campesinos y extranjeros, que emigran a Santa Cruz buscando tierras húmedas, deforestan y cultivan soya y arroz.
También se habla desde el Gobierno boliviano de un interés político de generar malestar con incendios intencionados contra autoridades regionales y nacionales.
El investigador Vadillo abogó por una pausa ambiental para restaurar la vegetación y el bosque afectado, es decir, cesar toda actividad y presencia humana para que la naturaleza se regenere.
AUDITORÍA AMBIENTAL
Las estimaciones oficiales y no oficiales de los daños superan a las registradas en años anteriores. Para la Gobernación de Santa Cruz el área quemada alcanza 7 millones de hectáreas solo en el departamento, mientras que el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) estimó en 9,6 millones de hectáreas la superficie dañada en todo el país.
Para la presidenta del Colegio de Ambientalistas de Santa Cruz, Adita Montaño, la situación en Bolivia es catastrófica.
«Para nosotros es un evento catastrófico, si bien hablamos de números, independiente si son del Gobierno central o regional, realmente todos coinciden en que se superaron los daños, con mayor magnitud, en comparación con 2019, que es el peor antecedente», dijo a la Agencia Sputnik.
La experta bióloga considera que se requiere un equipo especializado para documentar y cuantificar el daño ambiental, y hacer una auditoría ambiental para mitigar los daños.
«Sofocado los incendios, hay que hacer una evaluación seria con expertos y una metodología para tener información clara de cuánto ha sido la afectación», planteó.
En su criterio, el fuego alcanzó bosques primarios en áreas protegidas, donde se «debería resguardar especies endémicas» y eso es una pequeña parte de la gravedad de la situación, porque tardarán años en regenerarse.
La bióloga abogó por normas de prevención que eviten que el desastre ambiental se repita, porque los incendios forestales también representan un problema de salud pública por la humareda que alcanzó a las ciudades bolivianas.