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AMÉRICA EN FOCO...

Todo a su tiempo

La decisión del presidente Barack Obama de normalizar las relaciones diplomáticas con Cuba da nacimiento a un nuevo capítulo en la relación bilateral. La decisión del presidente Barack Obama de normalizar las relaciones diplomáticas con Cuba da nacimiento a un nuevo capítulo en la relación bilateral. Quién sabe de que manera la transitarán, su fin es aún más incierto, pero de lo que sí tenemos certeza es de cómo ha comenzado.

La historia nos revela que los inquilinos de la Casa Blanca juegan sus cartas, como copia fiel, oteando su mandato. En el primero van por la reeleción, en el segundo por el bronce. Tenemos aquí al presidente Obama, quien evidentemente hasta el momento no era un techado de virtudes que digamos, ambiguo, conservador, mal que les pese a los demócratas. En los últimos tiempos se convirtió en innovador y jugador al límite, dió un volantazo de 360 grados en el tema cubano, soportando un cambio en la opinión pública más favorable de terminar con el bloqueo y una pérdida relativa de los grupos de presión cubanos, actitud que se conecta con lo que determinó recientemente con Irán (el Plan Conjunto); con las migraciones y con la Iniciativa del Cambio Climático. En un giro inesperado, y tras una paciente negociación para intercambiar prisioneros típica de la Guerra Fría, revivida hasta el momento por recordados éxitos de la cartelera, Obama se juramentó darle fin a la sanción más extensa de la historia de Estados Unidos.

Por supuesto que ante tamaña determinación, el tablero debía alistar a por lo menos dos jugadores, a muy pocas millas de las arenas de Miami, Raúl Castro, rápido de reflejos, calculadora en mano, y en sintonía con el giro pragmático puesto en marcha en 2008, sumadas a una economía paralizada, siguiendo atentamente el deterioro de la popularidad de Maduro -quien no es Chávez, ni por asomo-. Por lo que Castro baja un par de cambios en su relación con Venezuela, su gran benefactor. Como si esto fuese poco, debemos sumar un petróleo por debajo de los sesenta dólares, con gran dosis de sinceramiento concluye en que, por el contexto, no le ofrecen garantías de seguir contando con el financiamiento bolivariano. El razonamiento, cubano, no lejano a la realidad, es que la sociedad internacional es testigo de un mayor agrietamiento entre capitalismo y democracia y, dan por descontado, según su análisis, que el país se puede insertar en la globalización manteniendo un régimen político cerrado.

China y Vietnam son de algún modo el modelo a seguir. En China, por ejemplo, comunismo y consumismo estrechan lazos, conviviendo en total armonía, se aprecian tiendas de lujo de marcas europeas, enormes rascacielos diseñados por arquitectos de fama mundial, el top five en automoviles de alta gama, se encuentran patatas fritas, perros calientes y las más reconocidas hamburguesas, la generación yuppie arrasa el consumo. En la vereda opuesta, el sello del Gobierno en los medios de comunicación, la fuerte censura en Internet, el control de la natalidad con la politica del hijo único, solo si se unen dos hijos únicos, es factible tener dos niños, lo que es considerado familia numerosa.

El razonamiento de EEUU a diferencia de Cuba es más liberal. Supone que una mayor interdependencia económica y cultural ejercerá presiones para la apertura política, con esta predica los estadounidenses intentaron avanzar en la apertura de relaciones con China, y en normalizarla con los vietnamitas. La pregunta del millón es como moverá sus piezas Cuba a efectos de mantener un equilibrio entre crecimiento económico y estabilidad política. Como en el modelo asiático, Cuba supone construir un nueva concepción de país basada en el progreso económico, no en la apertura política.

Al tablero, se sumó una pieza fundamental, determinante: el Papa Francisco. Para muchos, líder mundial indiscutido. Crucial en el acercamiento entre Cuba y Estados, Unidos indica que el primer pontífice latinoamericano de la historia no tiene reparos en poner a la Santa Sede en el frente diplomático, en especial por una causa que ha promovido desde hace mucho tiempo.

Hace unos meses, Francisco le escribió al presidente Barack Obama y al mandatario cubano Raúl Castro, invitándolos a resolver sus diferencias en torno a cuestiones humanitarias, incluida la de los prisioneros, ofreciendo, además «sus buenos oficios para favorecer un diálogo constructivo sobre temas delicados, del que han surgido soluciones satisfactorias para ambas partes».

En su anuncio, Obama se refirió al pontífice en dos ocasiones, agradeciéndole su participación, al tiempo que dijo que su «ejemplo moral nos muestra la importancia de buscar el mundo como debería ser, en lugar de simplemente conformarnos con el mundo como es».

Francisco ha demostrado con hechos a derribar la más férrea barrera, dispuesto a utilizar su popularidad y autoridad moral para hacer lo impensable en pro de una causa justa, aún en riesgo a sufrir sofocones en el camino.

El embargo a Cuba, que empezó hace 53 años, es la sanción comercial estadounidense con más tiempo en vigencia. Pese a que Obama no puede levantar completamente el embargo sin la aprobación del Congreso, está flexibilizando varios aspectos del mismo por decreto. Vale resaltar que este movimiento replica en varios estamentos de la economía global, quienes seguramente se sumarán al juego, desde cubanos estadounidenses que quieren enviar remesas a sus familias , sumado a los que consideran invertir, sin olvidar a España, México, Brasil, Italia, China, Rusia que ya compraron sus boletos.

Como contrapartida, en una jugada de profesional, Obama, con el acuerdo aprobado por el Congreso impondrá sanciones a Venezuela, ya que con el apoyo de los republicanos, firmará el acta de defensa de la democracia en Venezuela. Suave con Cuba, duro con Venezuela, de esta menta Estados Unidos, carcome al régimen de Maduro, instalando restricciones financieras y de visados, y lo más brillante de la jugada , le quita a Caracas el diamante ideológico que marca y sustenta su camino al socialismo del siglo XXI.

Pues, bien y ahora, momento de concentración, los ojos bien abiertos, no sólo para cubanos y estadounidenses, sino para la región, quien hábilmente formaba parte de este juego, encasillándose detrás del que su situación convenía, al momento dada así el cuadro de situación, sólo nos cabe esperar como siempre el tiempo será testigo.

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