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ETC, la enfermedad que habría detonado el tiroteo en Manhattan

Tamura aseguraba que su paso por el fútbol americano le provocó ETC, con síntomas como dolores de cabeza y olvidos.

ETC

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Una nota de suicidio mostró indicios de qué llevó a Shane Tamura a irrumpir a tiros el lunes 28 de julio en un edificio de Manhattan, donde mató a cuatro personas antes de quitarse la vida: el tirador sospechaba que padecía encefalopatía traumática crónica (ETC), una enfermedad asociada al fútbol americano y otros deportes de contacto.

Y es que justo en el 345 de Park Avenue tiene sus oficinas la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, según sus siglas en inglés), organización a la que, a juzgar por la carta hallada en su cuerpo sin vida, Tamura responsabilizada por su presunto padecimiento, a pesar de que su relación con dicha disciplina se remonta a su adolescencia, cuando jugó en la escuela preparatoria.

Según varios fragmentos citados por medios locales, en su misiva, Tamura aseguraba que su paso por el fútbol americano le provocó ETC, con síntomas como dolores de cabeza y olvidos.

«La NFL me arruinó la vida», aseguraba Tamura, quien pedía además que estudiaran su cerebro.

De hecho, el joven de 27 años se suicidó de un balazo en el pecho, quizás para preservar su masa encefálica y que pudiera ser revisada en una autopsia, que actualmente es la única manera fiable de confirmar un diagnóstico de esta enfermedad neurodegenerativa.

A su vez, entre los síntomas de la ETC destacan la depresión, agresividad, impulsividad, pérdida de memoria y, en casos extremos, comportamientos violentos o suicidios.

Si bien aún está por establecer qué empujó a Tamura a conducir 4.000 kilómetros desde la ciudad de Las Vegas hasta la de Nueva York, su caso evoca una serie de tragedias protagonizadas por exdeportistas atormentados por demonios nacidos de viejos golpes.

Quizás el más notorio fue Phillip Adams, un exjugador de los equipos San Francisco 49ers y los New England Patriots, que en abril de 2021 mató a cinco personas en Carolina del Sur, incluidos dos niños, antes de suicidarse: su autopsia mostró que padecía una ETC severa.

También mostraba graves daños cerebrales Chris Benoit, excampeón de la Federación Mundial de Lucha Libre (WWF, siglas en inglés) y un referente de dicho espectáculo, que en 2007 asesinó a su esposa y a su hijo de siete años, antes de ahorcarse con los cables de su máquina de pesas.

Junior Seau y Ray Sterling, que también brillaron en la NFL, no llegaron al extremo de asesinar a nadie, pero se suicidaron tras mostrar síntomas de depresión y deterioro cognitivo; en ambos casos se les diagnosticó ETC post mortem.

UN RIESGO LATENTE

«Las ETC son frecuentes en los deportes de contacto, sobre todo en golpes frecuentes en la cabeza y el cuello, y poco a poco existe mayor conciencia sobre su riesgo potencial, no a corto, pero sí a mediano y largo plazo», comentó a la Agencia Sputnik el doctor mexicano Mario Mercader.

Referente regional en la Medicina Deportiva, Mercader explicó a esta agencia que hay protocolos específicos para lidiar con concusiones y otro tipo de traumas cráneo-encefálicos asociados a deportes de contacto físico, como el fútbol americano, el boxeo o las artes marciales mixtas.

«Que un deportista se retire no implica que se acaben los riesgos: quedan posibles secuelas, y lo más recomendable es vigilar y dar seguimiento», agregó el también presidente de la Asociación de Medicina para el Deporte del Distrito Federal de su país y defensor a ultranza de la prevención en materia de salud.

En tal sentido, valoró el impacto que tuvo hace una década el filme «Concussion», protagonizado por Will Smith, que visibilizó los daños cerebrales provocados por la acumulación de golpes, colisiones, cabezazos y otras acciones dañinas, pero glorificada por ciertos deportes.

En la cinta, basada en hechos reales, Smith interpreta al médico nigeriano Bennet Omalu, quien realizó el primer diagnóstico de ETC en Mike Webster, un exjugador de fútbol americano que se quitó la vida a los 50 años por sus recurrentes dolores de cabeza, aunque su antiguo equipo informó que había muerto de un ataque al corazón.

La película contribuyó a crear conciencia entre los amantes del fútbol americano, que acabaron rindiéndose a la evidencia para adoptar protocolos más estrictos para lidiar con las concusiones y para proteger a los deportistas, aunque el peligro persista, latente y solapado.

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