Este incremento interanual se explica principalmente por el crecimiento de las actividades de servicios personales (7,1%), la minería (5,1%), el transporte (6,7%), la industria manufacturera (3,2%) o el comercio (3,5%).
Por el contrario, la principal incidencia a la baja se registró en la actividad agropecuaria y silvícola, que retrocedió un 8,5% interanual. También experimentaron caídas el sector de los servicios empresariales, el financiero y el de las comunicaciones.
Desde la perspectiva del gasto, el crecimiento del PIB se sustentó en las exportaciones y, en menor medida, en la demanda interna que reflejó un mayor consumo de gobierno y hogares.
El consumo de los hogares aumentó un 1%, liderado por el gasto en bienes no durables y servicios. Por su parte, el consumo de gobierno aumentó 5,3%, en línea con mayores servicios de educación. La formación bruta de capital cayó 3,8% y la formación bruta de capital fijo también retrocedió, registrando una variación del 0,2%.
Las exportaciones de bienes y servicios crecieron un 6,4%, destacando el envío de bienes, en particular los de cobre. También contribuyeron al resultado las mayores exportaciones de servicios. Por su parte, las importaciones de bienes y servicios aumentaron 1,5%.