Donald Trump, presidente de EEUU
Desde hace semanas, Washington mantiene un despliegue naval en el Caribe con el argumento de frenar el tráfico de drogas procedente de Sudamérica. Sin embargo, los ataques contra embarcaciones en aguas cercanas a Venezuela, que han dejado al menos 27 muertos, han encendido las alarmas sobre una escalada militar que ahora podría extenderse por tierra.
Trump aseguró en rueda de prensa que su Gobierno está “evaluando ataques por tierra” en Venezuela, al considerar que “por mar está todo bajo control”. La declaración se suma a la reciente autorización para que la CIA realice operaciones encubiertas dentro del territorio venezolano, incluidas acciones letales contra presuntos grupos vinculados al narcotráfico.
El anuncio representa un giro en la política exterior estadounidense hacia Caracas, que Washington acusa desde hace años de colaborar con redes ilícitas. Aunque el mandatario afirmó que el objetivo es “neutralizar el tráfico de drogas”, analistas advierten que la medida podría tener también un componente político destinado a presionar la salida de Maduro del poder.
La amenaza de una incursión terrestre marca el punto más alto de tensión entre ambos países en los últimos años
El Gobierno venezolano reaccionó denunciando ante el Consejo de Seguridad de la ONU que Estados Unidos “planea ejecutar un ataque militar en corto plazo”. La administración de Maduro pidió medidas urgentes para evitar una “catástrofe” en el Caribe y calificó la estrategia de Trump como una violación del derecho internacional.
En respuesta, Venezuela ha movilizado milicianos y reforzado sus fronteras, mientras medios oficiales informan de ejercicios militares en los estados costeros. En paralelo, la diplomacia venezolana busca apoyos de aliados regionales y de potencias como China y Rusia para contener el avance de Washington.
Maduro acusa a EEUU de preparar una invasión encubierta con el pretexto de la lucha antidrogas
El origen de esta nueva crisis se remonta a los ataques marítimos iniciados a principios de septiembre. En esa operación, la Marina estadounidense hundió varias embarcaciones que calificó de “narcolanchas”, provocando la muerte de 27 personas. Trump defendió entonces la acción como parte de su ofensiva contra el narcotráfico internacional.
Sin embargo, Caracas sostiene que se trató de ataques en aguas territoriales venezolanas, y acusa a Washington de haber actuado sin autorización ni aviso previo. El Gobierno de Maduro ha pedido una investigación internacional y asegura contar con pruebas de que los buques destruidos eran embarcaciones civiles.
Los bombardeos en el Caribe fueron el primer paso de una estrategia que ahora se amplía al ámbito terrestre
La posibilidad de un ataque terrestre ha encendido las alarmas en América Latina. Varios gobiernos de la región han instado a la desescalada y al respeto de la soberanía nacional. Expertos en relaciones internacionales señalan que una acción militar directa podría generar una crisis regional sin precedentes, con impactos sobre el comercio, la seguridad y los flujos migratorios.
En Washington, sectores demócratas han pedido explicaciones sobre el alcance legal de la autorización dada a la CIA, mientras organizaciones humanitarias alertan de las consecuencias civiles de una operación armada en un país en crisis económica y social.
Un conflicto abierto entre EEUU y Venezuela pondría en riesgo la estabilidad regional y la seguridad energética del Caribe
Fecha | Hecho principal | Consecuencias |
---|---|---|
Principios de septiembre | Ataques marítimos de EEUU frente a costas venezolanas | 27 muertos confirmados |
10 de octubre | Denuncia venezolana ante la ONU | Caracas advierte de ataque inminente |
14 de octubre | Trump confirma nuevas operaciones en el Caribe | Se amplía el despliegue naval |
15 de octubre | Amenaza de incursión terrestre | Movilización militar venezolana |
La advertencia de Trump llega en un momento en que Venezuela intenta reactivar su economía tras años de sanciones y aislamiento internacional. La tensión militar amenaza con frustrar los intentos de diálogo político interno y con complicar los esfuerzos humanitarios en curso.
Fuentes diplomáticas señalan que una intervención terrestre sería vista como una ruptura total de las reglas internacionales, con consecuencias imprevisibles para la región. Por ahora, ambos países mantienen un pulso abierto que combina fuerza militar, presión diplomática y propaganda política.
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