Mientras el prosecretario de Presidencia, Jorge Díaz, aseguró metafóricamente que recibieron «una Ferrari fundida», el ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone, se desmarcó completamente de esa valoración y aseguró que Uruguay tiene, en cambio, una «economía sólida», respaldada por su grado inversor y su capacidad para atraer inversiones.
El cruce de opiniones entre estas dos figuras fuertes del Ejecutivo abrió un debate sobre la situación real de la economía que Orsi heredó del expresidente Luis Lacalle Pou y los desafíos para el nuevo Gobierno.
Economistas consultados por la Agencia Sputnik analizaron con distintos criterios esta polémica y realizaron evaluaciones sobre la situación.
Pablo Da Rocha, integrante del equipo económico del Instituto Cuesta Duarte, afirmó que el «estancamiento» y la «parálisis económica» de los últimos años demuestran que esta administración de ninguna manera «recibió una Ferrari», mientras que la investigadora Deborah Eilender, del Centro de Estudios para el Desarrollo, evaluó que si bien la economía funciona correctamente, es claro que «necesita ajustes». «Podríamos decir, en todo caso, que el gobierno recibió una Ferrari que no funciona con toda la potencia que esperaríamos», ironizó Eilender.
Las diferencias en el diagnóstico de ambos especialistas también se reflejan en su visión sobre la forma en que la nueva administración debería manejar los impuestos y el déficit.
Da Rocha, docente universitario e integrante del instituto que asesora a la central sindical Pit-Cnt, plantea la necesidad de revisar las exoneraciones para gravar más el capital y la riqueza.
Eilender, en cambio, se opone a subir impuestos y cree que el desafío pasa fundamentalmente por asignar mejor el gasto.
Más allá de estas diferencias, ambos especialistas coinciden en que el gran objetivo del Gobierno de Orsi deberá ser impulsar un crecimiento sostenido que garantice el financiamiento de las políticas públicas y el manejo responsable de la deuda en los próximos años.
POLÉMICA
El pasado lunes, el exfiscal general y actual prosecretario de la Presidencia advirtió, en diálogo con el programa radial En Perspectiva, que el nuevo Ejecutivo se encontró con «una situación mucho más compleja» de lo que esperaba.
Según explicó, el estado de las cuentas públicas «no es dramático ni el fin del mundo, pero sí complejo».
«No todo lo que reluce es oro. Dijeron que nos entregaban una Ferrari pero ahora resulta que está fundida, chocada, la pintura está rayada y no anda», remarcó.
Sin embargo, horas después, el ministro Oddone ofreció una visión más optimista. Consultado en rueda de prensa, sostuvo que Uruguay tiene «una economía sólida, con grado inversor y en funcionamiento, aunque con grandes oportunidades de mejora».
Reconoció que la situación fiscal es «manejable, pero frágil», aunque destacó que el país sigue siendo confiable y atractivo para inversores tanto extranjeros como locales.
«ES UNA FERRARI»
Analizando el cruce de declaraciones, Eilender comparó la economía uruguaya con «una Ferrari que funciona bien, aunque con algunos kilómetros encima, quizás necesite un servicio y no esté rindiendo con toda la potencia esperada».
La economista destacó que uno de los principales puntos a observar es el crecimiento, que en los últimos años ha sido «magro», con un promedio de 1,3 por ciento anual.
En el tercer trimestre de 2024, el producto bruto interno (PBI) creció un 4,1 por ciento en comparación con el mismo período del año pasado, según informó el 12 de diciembre el Banco Central del Uruguay.
Para este año, Uruguay podría crecer un 3 por ciento, según proyecciones del Fondo Monetario Internacional que publicó a mitad de enero. Sin embargo, en 2023 tuvo un desempeño magro de 0,4 y entre 2014 y 2024 el crecimiento promedio anual rondó el 1 por ciento.
«ALGUNAS AMARILLAS»
En contraste con Eilender, Da Rocha calificó la situación de Uruguay como «estable, pero con algunas luces amarillas preocupantes».
«Esta administración recibe una economía levemente peor que la de 2019. El resultado fiscal es similar (al de ese año), pero el endeudamiento ha aumentado significativamente», analizó.
Si bien destacó que la inflación se redujo en los últimos años, advirtió que una menor suba de precios también impacta en la recaudación estatal, lo que limita los recursos públicos para la inversión.
«Lo que no se logró en estos cinco años es reactivar la economía de una manera sostenible, porque si bien se generaron puestos de trabajo, son mucho más precarios, inestables y de menor calidad», agregó.
En referencia a las declaraciones de Díaz, Da Rocha dijo que «seguro esta administración no recibe una Ferrari» y remarcó que el anterior Gobierno no «dejó a Uruguay mejor de cómo lo encontró».
«Hubo un estancamiento, una parálisis en materia de política económica, donde hay cosas que funcionaron y otras que no», añadió.
Además, subrayó que medir la calidad de vida es clave para evaluar el desempeño económico.
«Uruguay está mucho peor en términos sociales. La pobreza aumentó, hay más personas en situación de calle y el poder adquisitivo fue menor al de 2019 durante 40 meses. Recién al final del gobierno pasado comenzó una lenta recuperación, pero lo perdido, perdido está».
Un sondeo del Instituto Nacional de Estadística reveló en septiembre pasado que 64 de cada 1.000 hogares en Uruguay estuvieron por debajo de la línea de pobreza durante el primer semestre de 2024, lo que significa que el total de personas en esa condición se ubicó en 9,1 por ciento.
Asimismo, Uruguay está entre los países con mayores tasas de pobreza infantil, según un ranking elaborado en junio pasado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) entre países de ingresos altos y medio-altos.
En el ranking de Unicef, Uruguay ocupa el lugar 37 de 40 en cuanto a la tasa de pobreza infantil, que alcanza el 31,1 por ciento de esa población; según dicho estudio 150.000 niños, niñas y adolescentes son pobres en el país sudamericano.
DÉFICIT FISCAL
Con una mirada más positiva de la situación, Eilender observó que la situación fiscal ha registrado «sustanciales mejoras» con la creación de una nueva institucionalidad.
«Desde 2020 tenemos una regla fiscal que se cumplió durante los primeros cuatro años de Gobierno, aunque en el último no. ¿Por qué? No porque se haya gastado más de lo previsto, sino porque la recaudación fue menor, lo que elevó el déficit. (…) Sin duda, hubo una mejora, aunque es cierto que la deuda aumentó sustancialmente durante la pandemia y, desde 2020, se ha mantenido estable», explicó.
A pesar de este incremento en el endeudamiento, Eilender sostuvo que ni los inversores ni las agencias calificadoras de riesgo parecen estar «demasiado preocupados».
Da Rocha, por su parte, calificó el frente fiscal como «problemático» y si bien aseguró que «no es alarmante», dejó en claro que el endeudamiento ha crecido y genera preocupación.
«Si no hay cambios en la estructura tributaria, el país enfrenta un problema de asfixia por el lado de los ingresos. Hay que revertir esta situación sin afectar la recaudación, que es la principal fuente de recursos. La incertidumbre es alta, pero creo que la política económica seguirá una línea de austeridad», analizó.
El déficit fiscal de Uruguay fue de 4,1 por ciento del PIB en 2024, según datos oficiales publicados en enero.
Además, la economista Silvia Rodríguez Collazo, investigadora del Centro de Investigaciones Económicas, indicó en un artículo publicado por La Diaria que el déficit fiscal cerró en niveles similares a los de 2019, pero con un aumento de la deuda pública de más de diez puntos porcentuales del PIB.
¿MÁS IMPUESTOS?
El régimen fiscal «no ofrece mucha flexibilidad», por lo que será «necesario» revisarlo, consideró Da Rocha
«Ojalá se haga, porque eso representaría una fuente importante para mejorar los ingresos y financiar la política pública», afirmó. De todas formas, resaltó que para impulsar cambios en el régimen fiscal «hace falta voluntad política».
Aclaró que la revisión no necesariamente implicaría un aumento de impuestos, sino una redistribución más equitativa de la carga tributaria.
«Hay posibilidad de revisar la parte de promoción de inversiones. Hay una serie de exoneraciones que pueden ser revisadas. Y en ese sentido, creo que hay posibilidad de expandir los ingresos y financiar la política pública. El tema es que siempre que se habla de impuestos, la gente se alarma, sobre todo porque piensa que va a caer sobre la espalda de la capa media, del trabajador medio. Por ahí no es la cuestión. Se necesita buscar otros canales más vinculados al capital», añadió.
Además, no descartó la posibilidad de gravar más el capital y la riqueza, señalando que, aunque estas discusiones suelen ser largas, son «necesarias».
Por su parte, Eilender consideró que «hay margen» para implementar nuevas políticas, pero advirtió que el «presupuesto no es infinito».
«Para poder gastar más en áreas prioritarias, se debería reducir el gasto en otras. No hay tanto espacio para aumentar impuestos. Uruguay ya tiene una presión fiscal muy alta que ha ido en aumento en las últimas décadas», señaló.
CRECIMIENTO Y SITUACIÓN MUNDIAL
Ambos economistas coincidieron en que el principal reto para el nuevo Gobierno es impulsar un «crecimiento sostenido». Da Rocha subrayó que es fundamental para financiar políticas de bienestar, mientras que Eilender advirtió que los efectos del crecimiento son a largo plazo, y que los resultados no se verán rápidamente.
Eilender destacó la necesidad de mejorar el capital humano y el nivel educativo para atraer más inversiones, y añadió que el principal desafío para la administración de Orsi es crecer en un contexto internacional «más adverso».
«La economía uruguaya tiende a seguir los precios de los commodities. Cuando estos suben, como ocurrió entre 2005 y 2014, Uruguay crece. Pero cuando los precios caen, el crecimiento también se desacelera, como ha sucedido recientemente. Este es un desafío, sobre todo con la perspectiva de precios de commodities bajos en los próximos años», explicó Eilender.
Sobre los efectos de las políticas del presidente de EEUU, Donald Trump, Eilender señaló que la incertidumbre en torno a los aranceles afecta a Uruguay, ya que genera desconfianza y desvía inversiones hacia economías más estables, como las desarrolladas.
Además, consideró que un aumento de los aranceles podría generar un mundo más cerrado, con una menor demanda de bienes y una caída prolongada de los precios de los commodities, lo que perjudicaría a Uruguay como país agroexportador.
El pasado 12 de marzo entraron en vigor los aranceles estadounidenses del 25 por ciento a las importaciones de aluminio y acero, y el pasado día 3 el presidente Trump promulgó una orden ejecutiva que grava las importaciones procedentes de China con un arancel adicional del 20 por ciento.
La base de todas estas propuestas radica en el proteccionismo que pretende impulsar Trump, que busca defender el producto estadounidense, impulsando aranceles para potenciar la industria nacional.
ENFRENTAMIENTOS
Consultado sobre si existen dos visiones de país dentro del Gobierno tras la polémica entre los altos funcionarios, Da Rocha respondió de forma negativa.
«Ambos deben apoyarse y orientarse fuertemente en lo que es el plan de Gobierno del partido que ganó. No creo que haya una visión estratégica distinta, lo que sí puede haber es diferencias en cuanto a los caminos para lograrlo», afirmó.
Sin embargo, Da Rocha hizo referencia a otro cortocircuito sucedido semanas atrás, cuando Oddone volvió a plantear su intención de desindexar los salarios y el ministro de Trabajo, Juan Castillo, respondió que no está de acuerdo.
El economista dijo que este tema es el que «pone de manifiesto esta tensión entre lo podrían ser dos miradas» en el Gobierno.
«No compartimos la desindexación salarial. Entendemos que tiene alguna ventaja técnica en cuanto a que puede contribuir a que los precios sigan bajando, y eso puede ser bien visto. Pero entendemos que el costo es muy elevado, porque pone en riesgo la capacidad de compra de los trabajadores, que a veces están muy apretados. (…) Entendemos que no es por el lado de los trabajadores que se va a lograr menos inflación, sino que tienen que apuntar en otra dirección», remarcó.
Eilender, en tanto, afirmó que «podrían generarse ciertas tensiones» entre los jerarcas del Gobierno y remarcó que será «un momento clave las rondas de negociación salarial».
«El desafío será mantener estos altos niveles de empleo, por lo que creo que habrá que ser prudentes en materia salarial, y en la próxima ronda de negociación, que es sobre mitad de año, podrían verse nuevas discrepancias», concluyó.