La Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales (MUFP) decidió ir al paro el primer jueves de septiembre y la interrupción de la actividad lleva ya 12 días de resistencia, que serán 22 si no se alcanza un acuerdo antes del próximo fin de semana.
«Si bien es amplia la reforma que proponemos, lo que buscan las modificaciones es modernizar nuestro convenio colectivo, mejorar el funcionamiento, la redacción de distintos artículos, ‘aggiornarlo’, por ejemplo, a lo que es la normativa de Uruguay con FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado)», aclara a la Agencia Sputnik el presidente del gremio de los deportistas, Diego Scotti.
Pero antes de esa renovación, que es otro dilatado punto en disputa, existe un problema más urgente: el salarial.
Los futbolistas de la segunda división, y algunos de primera, cobran un salario en mano de 22.000 pesos (560 dólares), apenas por encima de los 19.364 pesos del salario mínimo y en uno de los países con mayor costo de vida de Latinoamérica.
El acuerdo en ciernes con los equipos que militan «en la B» -la mayoría de ellos Sociedades Anónimas Deportivas- significaría llevar ese salario a 29.000 pesos líquidos, que todavía sería muy poco.
«Si bien las aspiraciones nuestras eran mayores, entendiendo también el contexto económico en el que hoy están las instituciones, los futbolistas entendimos que es un aumento que obviamente es importante, y después veremos más adelante cómo lo seguimos mejorando», plantea Scotti.
El secretario general de Peñarol, Jorge Niremberg, también cree que «ese valor que están ganando los chiquilines (jóvenes) de la B, la verdad que es muy malo. No es decoroso, no se puede vivir con esa plata».
«Lo que pasa (es) que si los clubes no pueden pagar esos sueldos, o más de esos sueldos, es porque el club no tiene sustento. Si no haces crecer tus ingresos para poder pagar más, vas a pérdida. Lamentablemente no parecen clubes profesionales. O sea, tendrías que pasar a ser amateur», determina en diálogo con esta agencia.
FÚTBOL «BICÉFALO»
«Mi interpretación es que un fútbol bicéfalo no aporta nada», dijo hace unos días al programa «Hora 25» de Radio Oriental el presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Ignacio Alonso, en referencia a la histórica rivalidad entre Nacional y Peñarol. No obstante, esa dualidad explica buena parte del conflicto.
Desde la vereda de enfrente dicen que las trabas las pone Nacional, club al que relacionan con la AUF y, por carácter transitivo, con Alonso, el presidente más joven en la historia de la institución, exmandamás de Rampla Junior y militante del oficialista Partido Nacional, al punto que participó en la campaña del actual mandatario uruguayo, Luis Lacalle Pou.
«La AUF, y Alonso especialmente, siempre tiran para adelante las cosas y no se resuelve. Hace más de tres años y pico que están con ciertos temas arriba de la mesa y no hay definiciones», se queja el directivo de Peñarol.
Entre esas cosas está la resolución del seguro de los futbolistas porque «no le puedes pagar la misma indemnización a un jugador que tiene 22 años que a uno que tiene 34», según Niremberg y «adecuar la normativa con FIFA en lo que son los periodos de pases», según Scotti.
Este último punto atiende el desfasaje de los calendarios entre las ligas y la posición desventajosa de Uruguay en relación a otros mercados de pases más poderosos, como Argentina, Brasil, México y Europa, a los que ahora se le suman Estados Unidos, Catar y Arabia Saudita.
«Muchos jugadores nos han dicho: ‘Mirá, estoy esperando una oferta de México muy buena’, porque siempre nos ganan con respecto a lo que pagan. Y lógico, hasta último momento esperan esa oferta. Si no llega, bueno, vienen para acá por descarte. Y, muchas veces, llegan tarde, no están preparados y hay que esperarlos con 15 fechas que tienen un apertura o un clausura», se lamenta el directivo de Peñarol.
Pero también es necesario mejorar condiciones de trabajo de los futbolistas, entre ellas, la aplicación de un seguro por lesión, el cobro de aguinaldo y salario vacacional, incluir la licencia dentro de los contratos laborales y crear una unidad de control que obligue a los clubes a pagar en tiempo y forma, entre otros puntos.
«Hay un convenio que se está negociando ya hace 22 meses, que ahí la mutual ha sido más que flexible con los plazos y demás», advierte Scotti. «Si ponemos el foco ahí, ya viendo un documento prácticamente consensuado en su totalidad, en horas o en días, esto se puede solucionar».
Para Niremberg, el problema de fondo se resuelve con la creación de la denominada Liga Profesional, una reforma del torneo uruguayo actual que ya tuvo el visto bueno del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), aunque Alonso ya decretó: «mientras no haya un acuerdo total entre los clubes no habrá Liga Profesional».
Acuerdo, precisamente, es lo que falta.