El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha comprado este martes el coronavirus con la lluvia, «le va a caer a todo el mundo», y ha zanjado algo que se preveía desde que comenzó el desarrollo de la vacuna, a tenor de sus afirmaciones, que no la tomará.
«Como ciudadano es una cosa y como presidente es otra, pero como nunca me he escondido, lo digo, no voy a tomar la vacuna. Si alguien cree que mi vida esta en peligro es mi problema y punto final», ha resuelto.
«Desde el inicio siempre he dicho que este virus es como la lluvia, le va a caer a todo el mundo. Y otra cosa, quien tome la vacuna, en dos, tres, cuatro años, va a tener que tomarla otra vez, en caso contrario volverá a estar contagiado», ha añadido.
«Hay que respetar a quien no quiera tomarla. No puede ser obligatorio», ha insistido Bolsonaro durante una conversación con la cadena de televisión brasileña Band TV.
Si bien el presidente brasileño ha asegurado no estar en contra de la vacuna, ha aprovechado nuevamente la ocasión para deslizar dudas acerca de la idoneidad de someterse a ella, ya que en los propios acuerdos de las farmacéuticas, éstas «no se responsabilizan de cualquier efecto secundario».
«Esto enciende una luz amarilla. Le preguntamos a la gente, ¿van a tomar estas vacunas? Los grandes medios no hablan de medicina. ¿Qué es la medicina? La hidroxicloroquina», ha aprovechado Bolsonaro para promover el uso de este fármaco contra la malaria, pese a no existir estudios acerca de su efectividad contra el coronavirus.
«No estoy en contra de la vacuna, pero estoy plenamente a favor de este tratamiento preventivo. En cuanto que no haya una vacuna realmente confiable, una vez se contrae la COVID-19, yo recomiendo que se hagan estos tratamientos preventivos», ha dicho.
La utilización de este medicamento se ha convertido en una cuestión de Estado en Brasil, después de que Bolsonaro se haya mostrado tan a favor de su uso –él mismo la tomó tras dar positivo– que sus anteriores ministros de Salud, Luiz Henrique Mandetta y Nelson Teich, optaron por dejar el cargo debido a las grandes diferencias acerca de la conveniencia de administrar el fármaco a los enfermos por coronavirus.
Aunque el Tribunal Supremo de Brasil ya sugirió que el Estado debería obligar a tomar la vacuna contra el coronavirus, una cuestión que volverá a ser debatida esta semana, Bolsonaro se ha mostrado en más de una ocasión contrario a decretar su obligatoriedad, pues «no es una cuestión de justicia, un juez no puede decidir si debes ponerte o no una vacuna».
Bolsonaro también ha anunciado que ha dado «luz verde» a la compra de cualquier vacuna contra el coronavirus, siempre y cuando cuente con el aval de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa). El texto, que será publicado esta semana, contempla un gasto de 20.000 millones de reales (3.200 millones de euros) para la adquisición de las mismas.
Con esta aclaración parece zanjar así la polémica surgida sobre su inicial reticencia a adquirir la vacuna de la farmacéutica china Sinovac, desarrollada en colaboración con el Gobierno de Sao Paulo de Joao Doria, uno de sus rivales políticos, ya que aseguró que «no proporciona suficiente seguridad».
«China, lamentablemente, tiene mucho descrédito por parte de la población, sobre todo porque, como muchos dicen, este virus habría nacido allí», dijo Bolsonaro, quien llegó a desmentir públicamente a su tercer ministro de Salud, Eduardo Pazuello, quien avanzó que sí se compraría la vacuna de Sinovac.
Además de estos 3.200 millones de euros para vacunas, Brasil ha destinado otros 1.900 millones de reales (305.000 euros) para unas cien millones de dosis de la candidata desarrollada por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca.
A su vez, ha cerrado un acuerdo previo para adquirir 42,5 millones de dosis a través del proyecto Covax Facility, destinado a acelerar el desarrollo, la producción y el acceso equitativo a las vacunas contra la COVID-19, a través de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mientras que también negocia con Pfizer la compra de otras 70 millones de dosis.
Mientras tanto, Brasil sigue registrando cifras muy altas de nuevos contagios y fallecidos. En esta ocasión 42.889 personas han contraído la enfermedad, mientras que 964 han muerto a causa de la misma. En total, el país cuenta con 6.970.034 casos acumulados y 182.799 decesos.
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