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Un caso de corrupción interna y las tensiones diplomáticas con Perú y Bolivia, ponen a prueba su liderazgo

Sebastián Piñera navega en aguas turbulentas

Mientras Chile camina con paso firme entre las economías sudamericanas, con un crecimiento previsto para el 2011 del 6%, su presidente, el conservador Sebastián Piñera, afronta, un año después de su triunfo electoral, varios trances que pondrán a prueba la resistencia de su popularidad entre los chilenos y la fortaleza de su liderazgo. El contencioso con Evo Morales por la salida al mar que reclama Bolivia desde hace décadas, las sospechas de corrupción en torno a una de sus ministras y la posible victoria del nacionalista-izquierdista Ollanta Humala, muy crítico con Chile, en los comicios presidenciales peruanos, marcan la actualidad política en que se mueve el país andino. Mientras Chile camina con paso firme entre las economías sudamericanas, con un crecimiento previsto para el 2011 del 6%, su presidente, el conservador Sebastián Piñera, afronta, un año después de su triunfo electoral, varios trances que pondrán a prueba la resistencia de su popularidad entre los chilenos y la fortaleza de su liderazgo. El contencioso con Evo Morales por la salida al mar que reclama Bolivia desde hace décadas, las sospechas de corrupción en torno a una de sus ministras y la posible victoria del nacionalista-izquierdista Ollanta Humala, muy crítico con Chile, en los comicios presidenciales peruanos, marcan la actualidad política en que se mueve el país andino.

El escenario se prevé complicado en un momento en que las encuestas arrojan las primeras dudas de los chilenos en torno a la gestión de Piñera, tras un primer año marcado por la obligada reconstrucción tras el terremoto de febrero de 2010 y el mediático rescate de los mineros atrapados en la mina San José. Dos acontecimientos que cimentaron la popularidad del presidente pero cuyos réditos comienzan a esfumarse. Según un estudio de Ipsos, el respaldo al Gobierno chileno ha caído en casi siete puntos, del 53,5% al 43,9%, en los últimos cuatro meses, mientras que un 50,5% de los chilenos se muestra contrario a la forma en que las autoridades administran el poder.

Unos datos desfavorables que se hacen públicos en un momento delicado, justo cuando una de sus ministras, Margarita Matte, titular de Vivienda y Urbanismo, se ha visto envuelta en un posible caso de corrupción por pagos ilícitos a una empresa constructora para evitar una demanda. La investigación en curso de la fiscalía podría poner en problemas al Gobierno si se descubre un comportamiento delictivo en la gestión de Matte, puesto que daría armas a la oposición y podría agravar la pérdida de popularidad de Piñera. De entrada, algunos diputados ya han anunciado que solicitarán la creación de una comisión de investigación para depurar responsabilidades.

Las relaciones con sus vecinos también atraviesan un periodo complejo para el país andino. El anuncio de Evo Morales de que demandará a Chile en tribunales internacionales para recuperar una salida al mar que le fue arrebatada a Bolivia, que no posee frontera marítima, tras la guerra de 1879 ha caldeado el ambiente y anuncia un largo y polémico contencioso. Piñera, por su parte, se ha mantenido firme en la defensa del tratado de 1904 que marca las actuales fronteras entre ambos Estados, que no mantienen relaciones diplomáticas desde 1962, aunque queda por ver la posición que puedan adoptar otros países de la zona en el desarrollo del conflicto.

Un posible gobierno liderado por Ollanta Humala en Perú es otro de los frentes diplomáticos a los que puede enfrentarse Piñera en un futuro no muy lejano. El propio presidente chileno ha admitido que las relaciones con el Estado peruano podrían “enfriarse” en caso de victoria del izquierdista Humala, al que algunos analistas califican de antichileno. Los medios peruanos se han hecho ya eco del nerviosismo que, afirman, reina en la embajada chilena en Lima ante la perspectiva de una victoria de Humala y la tensión diplomática que ello podría generar entre ambos Estados.

Pese a los desafíos políticos a los que se enfrenta Piñera, los datos económicos chilenos revelan una salud de hierro del país andino. Con un crecimiento anual previsto para 2011 del 6,1%, el más alto de la región, se mantiene como el único país sudamericano que presenta superávit en sus cuentas públicas (del 0,8%). Del mismo modo, las previsiones de The Economist para 2012 le sitúan de nuevo como el líder del crecimiento en la zona, con una estimación del 5,1% de avance en su PIB. La tasa de paro se sitúan en un 7,3% y su balanza comercial durante los últimos doce meses arroja un saldo positivo de 15,7%. Unos datos sólidos que se ven empañados por el retroceso que ha sufrido su bolsa durante los últimos cuatro meses (ha caído alrededor de un 4%), algo en cierto modo normal tras la fuerte tendencia alcista de 2010.

En definitiva, tras un primer año de mandato marcado por la reconstrucción tras el terremoto y el rescate de los mineros, dos cuestiones ante las que reunió un gran consenso social y una atención desmedida a su figura, Sebastián Piñera se enfrenta ahora a un escenario potencialmente diferente y menos halagüeño, en el que tendrá que maniobrar con firmeza para resolver las situaciones políticas y diplomáticas complejas que han surgido con sus vecinos y mantener el apoyo de los chilenos. Deberá demostrar, en definitiva, la fortaleza de su liderazgo, tras la resaca del baño mediático de los últimos meses y sin coartadas coyunturales. La buena marcha de la economía chilena es, en todo caso, un poderoso aliado en el complicado camino hacia el ecuador de su mandato.

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