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Informe sobre las maras en Latinoamérica (III)

Negocios y extorsión

En la tercera entrega de su informe sobre el fenómeno de las maras en Latinoamérica, nuestro colaborador Omar Arias Mele, nos explica la deriva hacia la violencia y la rentabilización de los delitos que han emprendido en los últimos años estas pandillas juveniles, cuyos jefes son ya veteranos. En la tercera entrega de su informe sobre el fenómeno de las maras en Latinoamérica, nuestro colaborador Omar Arias Mele, nos explica la deriva hacia la violencia y la rentabilización de los delitos que han emprendido en los últimos años estas pandillas juveniles, cuyos jefes son ya veteranos.

En sus comienzos las maras, a medida que iban creciendo comenzaron a construir armas de fabricación casera conocidas como “hechizas” o “chimbas”, para asaltar personas y negocios, con el tiempo fueron ganando adeptos y comenzaron a desarrollar su actividad económica basada en la extorsión, los robos y su relación con las drogas.

Un informe de Congressional Research Service de la biblioteca del Congreso de EEUU estima que en mayo del 2005 la M-13 tenía entre 8.000 y 10.000 miembros en unos 33 estados y en el Distrito de Columbia.

Se calcula que en Honduras hay unos 40.000 mareros; en El Salvador 20.000, en Guatemala 6.000, en México 40.000 y en EEUU 100.000, la mayoría son jóvenes. Las autoridades afirman que tiene nexos internacionales con el tráfico de drogas.

En el 2005 se ponía a Honduras con 154 asesinados cada 100 mil habitantes, una cifra más alta que Colombia con una guerra civil en desarrollo, donde las cifras indicaban 70 por cada 100 mil.

José Miguel Cruz especialista sobre violencia en Centroamérica dijo “las extorsiones por ejemplo ya no son actos aislados, en los que pandilleros extorsionan a los buseros (conductores de autobuses), sino que se trata de sistemas a través de los cuales las pandillas imponen su voluntad sobre el territorio.

Es decir, si los buseros van a trabajar en ese territorio, tienen que pagar. De igual modo los comerciantes, los dueños de las tiendas y pequeños negocios que van a funcionar tienen que pagar ese impuesto. Si la gente va a circular, también tiene que pagar. Allí ya no manda el Estado, ni sus instituciones, ni las alcaldías. Las Pandillas también deciden si imponen toques de queda…….. y quien desobedece paga con su vida.

La Fundación Salvadoreña del Transporte que cuenta con 5.000 microbuses en el departamento de San Salvador abona entre 12 y 14 mil dólares diarios a los pandilleros.

En la ciudad de Tapachula, México en la frontera con Guatemala, las maras extorsionan a inmigrantes pobres que buscan ingresar ilegalmente a los EEUU. El asesinato de algunos se convirtió en el mensaje de mercadeo, sólo el que paga a los coyotes de los mareros llegaría a los EEUU, éstos cobrarían cifras desde los 5.000 a 8.000 dólares por cabeza.

La Mara Salvatrucha se encuentra establecida en México en varios estados, relacionándose con algunos carteles del narcotráfico, principalmente se han establecido en el estado de Chiapas el más pobre.

La violencia de algunos pandilleros no se puede subestimar, como ejemplo en Honduras, 23 pasajeros en un autobús fueron asesinados en público.

Los candidatos presidenciales en Nicaragua no podían hacer campaña sin sobornar a los pandilleros con una política de “seguridad y buena conducta”.

El tiempo modificó su estrategia. Para evadir la captura, ahora no exigen tatuajes identificatorios, cambiaron sus vestuarios, evitan el lenguaje de señas.

Ésto les permite mezclarse en la sociedad sin problemas de ser descubiertos. Hasta han llegado a ingresar en las filas de la Policía, Ejército y de algunos sistemas administrativos de gobierno.

La mano dura ha sido el camino más rápido que todos han tomado, así lo muestra el accionar tanto en los EEUU como en los países centroamericanos. En estos últimos las cárceles se han colmado de pandilleros, convirtiéndose en escuelas de graduación para muchos de ellos.

Se han denunciado escuadrones de la muerte, abusos policiales; algunos jóvenes han sido asesinados por el simple hecho de llevar tatuajes en su cuerpo.

La solución no pasa solamente por la instauración de un modelo de rigidez, ya que los jóvenes seguirán experimentando la violencia e injusticia a diario, en las calles, en las escuelas y en su búsqueda frustrada de trabajo.

Al parecer, debería enfrentarse el problema desde varios ángulos, que incluya un trabajo conjunto con la policía, el sistema educativo y la comunidad, conjuntamente con programas para los jóvenes después de horas escolares que les impidan unirse a las pandillas; y desarrollar un modelo de ayuda concreta para aquellos que decidan salirse de las pandillas, protegiéndolos de las posibles venganzas.

Las masacres dentro de las prisiones son una moneda corriente en Centroamérica, la mayoría se encuentran sobre pobladas con más del 200% de su capacidad, en la República Dominicana un incendio mató a 136 prisioneros y dejó muchos más con heridas mortales.

En Mayo del 2004 un incendio mató a 103 prisioneros en San Pedro Sula, Honduras; en Abril un año antes, 79 prisioneros murieron en un incendio de la prisión del mismo país. En Maracaibo Venezuela 100 prisioneros murieron. En Cardiru Brasil una tragedia similar dio pie a un documental.

En Argentina no se está exento podemos decir que no hemos llegado a terrible situaciones, pero bien, los motines y las muertes junto a ellos han sido planas de los medios de estos últimos años (Cárceles como la de San Juan, Mendoza, Chaco entre otras fueron partícipes de sublevaciones internas); hasta en el Penal de Villa Devoto (prisión con importantes índices de motines) hubo un motín con algunos heridos de arma blanca.

En el 2003 el presidente salvadoreño Francisco Flores, anuncia el plan mano dura, la primer ley antimara de Centroamérica. Esta ley concedía a las fuerzas policiales la potestad de arrestar a todo sospechoso de ser pandillero, aun sin la existencia de un acto delictivo que justifique la atención, se los declara grupos de asociación ilícita y por lo tanto fuera de la ley.

El ‘mano dura’ tuvo su necesidad, menciona el Director de la Policía Nacional Don Rodrigo Avila, porque las pandillas que se enfrentaban en las calles no estaban identificadas y el propósito era alejarlos de las calles e identificarlos.

Similares planes se aplicaron en Honduras y Guatemala.

En el 2004 declaran en El Salvador la inconstitucionalidad de la primera ley antimaras, y en agosto del mismo año el nuevo presidente Elías Antonio Saca implementó el “Plan Súper Mano Dura” a los fines de presentar un modelo fuerte contra estas pandillas, plan duramente criticado por la ONU.

En conjunto creó un grupo de choque de la policía denominado Grupo de Operaciones Policiales Especiales (GOPES) asociado a este se integró a un grupo agentes de investigaciones, inteligencia y reacción de la Policía Nacional Civil (PNC), dedicados exclusivamente a atacar a las pandillas y al crimen organizado. Llegando a arrestar a 16 mil pandilleros cosa que colmó las cárceles de este país. En poco tiempo la violencia se traslado de las calles a las cárceles. Convirtiéndose en oficinas de las pandillas.

Actualmente más de 50.000 miembros cumplen condenas en las cárceles de Honduras, El Salvador y Guatemala.

Clínicamente nadie se sale de una pandilla, el recurso intermedio es calmarse, lo más frecuente es hacerse evangélico, se acerca a un grupo y lleva su Biblia, así nadie le dirá que ya no pertenece a un grupo o clica, sino que ya no roba ni pelea.

Está cerca de Dios para sobrellevar su vida. Si se comporta religiosamente la clica lo respeta pero no significa que la ‘clica’ adversaria lo respete. Las deudas pendientes que han dejado siempre están.

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