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La “limpieza ética” de Dilma Rousseff provoca la caída por corrupción de su cuarto ministro

El vaivén de figuras políticas en el Gobierno brasileño de Dilma Rousseff acaba de escribir una nueva página tras la dimisión del ministro de Turismo, Pedro Novais, en medio de sospechas de corrupción. Novais es el cuarto ministro que cae en los ocho meses que Dilma lleva en el poder, víctima de la “limpieza ética” que la propia presidenta ha iniciado contra la corrupción, y el quinto en total. La prensa había acusado, en las últimas semanas, al político de malversar fondos y de pagar a su chófer y a su empleada del hogar con dinero del Congreso. El vaivén de figuras políticas en el Gobierno brasileño de Dilma Rousseff acaba de escribir una nueva página tras la dimisión del ministro de Turismo, Pedro Novais, en medio de sospechas de corrupción. Novais es el cuarto ministro que cae en los ocho meses que Dilma lleva en el poder, víctima de la “limpieza ética” que la propia presidenta ha iniciado contra la corrupción, y el quinto en total. La prensa había acusado, en las últimas semanas, al político de malversar fondos y de pagar a su chófer y a su empleada del hogar con dinero del Congreso.

El ya ex ministro ha sido sustituido por Gastao Vieira, perteneciente al Partido del Movimiento Democrático (PMDB), el mismo del que formaba parte Novais. Una decisión que Dilma ha tomado para que las relaciones con el partido, aliado fundamental de su Gobierno, no se vengan abajo y para mantener el statu quo en el reparto de ministerios entre sus apoyos.

El PMDB, de tendencia centrista, que no ve con buenos ojos la caída de sus ministros y que ya ha presionado a Dilma con retirarle su apoyo si la situación se agrava. Ello ha obligado a la presidenta a reunirse con los miembros de la coalición de Gobierno que la sustenta para calmar los ánimos y apuntalar la estructura de poder. Su dureza con la corrupción y poca tolerancia hacia las irregularidades ha caído mal entre sus aliados políticos, que sufren las consecuencias, pero le ha hecho ganarse el apoyo de la población brasileña.

Esa implacable lucha contra la corrupción dentro del Gobierno ha conllevado que en los primeros siete meses de Rousseff en el poder, Nascimento, de la cartera de Transportes, y Antonio Palocci, ex Jefe de Gabinete, hayan tenido que abandonar sus cargos por sospechas de corrupción y enriquecimiento ilícito. Además, Nelsom Jobim tuvo que abandonar el Ministerio de Defensa después de que la prensa desvelara que había realizado polémicas declaraciones sobre algunos miembros del Gobierno. Tres salidas del Gobierno muy sonadas, puesto que se trataban de políticos de peso heredados por Dilma de su sucesor y mentor político, Lula da Silva, a las que se unió la de Wagner Rossi, titular de Agricultura, en agosto, por sospechas de corrupción.

El anuncio de la caída de Novais no ha cogido a nadie por sorpresa, ya que el Ministerio de Turismo ya se vio envuelto en la polémica hace unas semanas, cuando Frederico Silva da Costa, viceministro de la cartera y miembro del Partido de la República (PR) fue detenido y acusado de desvío de fondos del ministerio, junto con otras 37 personas, entre ellos varios funcionarios del Estado. Con en casos anteriores, los detenidos habrían creado un mecanismo para desviar fondos en operaciones internas del ministerio, especialmente en cursos de formación para profesionales de turismo.

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