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El nacionalista hereda un país dividido por la política y las grandes diferencias sociales

La hora de la verdad de Ollanta Humala

Ollanta Humala será presidente de Perú hasta el año 2016. Después de la ceremonia de juramentación, el líder de Gana Perú ofreció un discurso en el que ha prometido que su compromiso será el de mantener el esquema económico de su antecesor, Alan García, y el de luchar por la inclusión social de todos los seres humanos, especialmente los más pobres. El mensaje presidencial, que ha generado un clima de tranquilidad, fue positivo, optimista y alentador, en concreto para los sectores a los que se dirigió durante su campaña proselitista. Ollanta Humala será presidente de Perú hasta el año 2016. Después de la ceremonia de juramentación, el líder de Gana Perú ofreció un discurso en el que ha prometido que su compromiso será el de mantener el esquema económico de su antecesor, Alan García, y el de luchar por la inclusión social de todos los seres humanos, especialmente los más pobres. El mensaje presidencial, que ha generado un clima de tranquilidad, fue positivo, optimista y alentador, en concreto para los sectores a los que se dirigió durante su campaña proselitista.

Un Humala mesurado y comprometido con los sectores menos desfavorecidos, indica que llevará a cabo una política de inclusión social. El presidente de Perú aseguró que «la democracia será plena cuando la igualdad sea patrimonio de todos y la exclusión desaparezca aún de los lugares más remotos de nuestro país». Y agregó: «Que la expresión «Exclusión social» se borre. Asumiré este reto con mi vida».

Humala generó la primera polémica de su mandato al afirmar que honrará “el espíritu, los principios y los valores de la Constitución de 1979”, que es anterior a la Carta Magna de 1993 y que es la vigente en el país. La Constitución de 1979 es la que simboliza el regreso a la democracia en Perú después de una serie de dictaduras. La de 1993, en cambio, fue promulgada por el presidente autócrata Alberto Fujimori, actualmente en prisión por violación a los derechos humanos y corrupción.

La mención de Humala causó la protesta de los fujimoristas, primera fuerza opositora del Congreso peruano. “Fue una provocación”, dijo tras la ceremonia el congresista Kenji Fujimori, hijo del ex mandatario. “Tenemos un presidente de facto y por lo tanto no le debemos ningún respeto”, dijo la congresista fujimorista Martha Chávez.

La pregunta central se perfila entonces en cómo Humala logrará equilibrar en su política las esperanzas de cambio de una población que ansía acceder a ese crecimiento que los números macroeconómicos señalan y el miedo al cambio que existe entre los sectores empresariales y buena parte de la población de la capital Lima. Recordemos que durante la campaña electoral, el líder de Gana Perú no contaba con el favor del empresariado debido a sus antiguos coqueteos con políticas chavistas. Hecho que provocó la caída de la plaza limeña en repetidas ocasiones, tras la huída de inversores atemorizados por la victoria del nacionalista.

Los proyectos sociales prometidos por Ollanta jugarán un papel central en este nuevo cambio político. Sin embargo, las mayores expectativas recaen en las formas y maneras con las que el próximo mandatario afrontará los numerosos conflictos sociales y las demandas del interior del país. El político ha prometido que buscará dar prioridad al diálogo frente a la confrontación, en referencia a la política que el Gobierno saliente de Alan García ha llevado a cabo durante los últimos cinco años.

El aumento salarial también fue uno de los temas de los que habló en su discurso. Al hablar de economía, Humala anunció un alza inmediata de 1,5% del salario mínimo y otro 12,5% a principios de 2012, una promesa de campaña que de antemano había generado preocupación en las élites financieras del país.

En cuanto a la lucha antidroga, dijo que Perú promoverá una cumbre presidencial regional antidroga, que contará con la participación de países productores y consumidores. El político aseguró que el nuevo Gobierno será inflexible en el control de los materiales químicos y el combate contra las bandas de narcotraficantes. Además, se reducirá la superficie ilegal de sembríos de hoja de coca y no se permitirá la ampliación de los cultivos ilegales.

Eso sí, la gestión de Humala empieza con una bajada muy pronunciada de popularidad, como destaca la última encuesta publicada la semana pasada por el diario El Comercio. Los datos evidencian que su respaldo ha caído 29 puntos, del 70% al 41%, a poca distancia del mandatario saliente, Alan García.

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