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Financial Times anima a la izquierda Latinoamérica a pedir cuentas al Gobierno venezolano

Internacional

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela

Un artículo firmado por John Paul Rathbone en el Financial Times, revela que diplomáticos de América Latina solo se atreven, tras bambalinas, a criticar lo que ocurre en Venezuela. Un artículo firmado por John Paul Rathbone en el Financial Times, revela que diplomáticos de América Latina solo se atreven, tras bambalinas, a criticar lo que ocurre en Venezuela. Otros se retuercen las manos y dicen que la mala gestión económica, la inflación en espiral y los generales corruptos que rodean al presidente Nicolás Maduro, son parte de un proceso de desintegración que debe seguir su curso.

El artículo del Financial Times comienza con Gabriela Montero como protagonista. “Es una célebre pianista con una sonrisa triste. Un prodigio: dio su primer concierto público de ocho años. Inusualmente para una intérprete de música clásica, ella es también una activista política. El mes pasado, la venezolana de 45 años de edad, tocó en un concierto en honor del disidente chino Ai Weiwei. Ella también dio a conocer una grabación de su composición “Ex-Patria”, un disonante retrato musical de 15 minutos de su tierra natal.

“La gente a menudo ignora el discurso político o las estadísticas -como la tasa de homicidios de Venezuela, la segunda más alta del mundo- pero no la música. Proporciona una conexión más emocional”, dijo durante una visita a Londres. “Quería que la pieza transmitiera la tristeza y la ruina de mi país. Todavía estoy sorprendida por lo poco que la mayoría de la gente sabe”.

Luego, el autor, John Paul Rathbone, pone el dedo en la llaga cuando afirma que “una oportunidad para difundir la crisis en la Venezuela socialista llega esta semana, cuando los jefes de Estado europeos y sus homólogos de América Latina se reúnen en Bruselas para una cumbre de dos días.

La UE es el mayor inversor extranjero en América Latina, lo que representa $ 505 millardos o una tercera parte del total mundial. También es el segundo mayor socio comercial de la región. Estas cifras sugieren que las relaciones UE-América Latina deberían ser realistas, pero, curiosamente, eso no es siempre el caso”.

Apunta que “Alexis Tsipras, el primer ministro griego, ha sido un admirador del ex mandatario venezolano, Hugo Chávez, al igual que los dirigentes del partido Podemos de España, aunque Felipe González probablemente últimamente ha templado las simpatías ibéricas”.

Y señala que aunque “la distancia puede explicar las solidaridades europeas residuales con Venezuela”, en cambio “América Latina no tiene esa excusa”.

En este punto arroja detalles reveladores: “En el período previo a la cumbre de Bruselas, parlamentarios de ambas regiones se reunieron para redactar un documento para la cumbre. Pero encontraron un obstáculo al llegar al tema Venezuela. Los europeos querían destacar el aumento de los problemas sociales, los presos políticos, la falta de libertad de prensa y que todavía no hay fecha definitiva para las elecciones legislativas de este año (las encuestas sugieren que el partido de gobierno perderá). Los latinoamericanos se resistieron, rechazando tales términos como interferencia externa”.

Aunque no lo dice el autor, se puede inferir por qué los problemas de Maduro a la hora de acudir a la cita. Iba a ser un encuentro polémico.

Lo que sí señala el analista del FT es que aquella “es la solidaridad llevada a extremos, sobre todo por parte de los gobiernos de izquierda cercanos a Venezuela. La respuesta de la región al creciente autoritarismo de Venezuela y la represión ha sido débil. Cuando se les presiona, los diplomáticos dicen que prefieren criticar a Caracas detrás de bambalinas (estrategia que claramente no ha funcionado). Otros se retuercen las manos y dicen que no se puede hacer nada: la mala gestión económica, la inflación en espiral y los generales corruptos que rodean al presidente, Nicolás Maduro, son parte de un proceso de desintegración que debe seguir su curso”.

Interesante hallazgo e interesante precisión. Así, el analista apunta que “sin embargo, son los gobiernos de izquierda de la región, más que ningún otro, los que deberían exigirle cuentas a Venezuela: en primer lugar, como una obligación moral y, en segundo lugar, por su propio interés”.

Obligación moral e interés. Hay que subrayarlo. Y habría que decirlo de otra manera: Venezuela puede convertirse en un verdadero problema para los países en los que gobierna la izquierda. O ya es un problema. Al menos no es un buen ejemplo. Ni por la corrupción, el desempeño institucional ni tampoco por la gestión de gobierno.

Agrega el analista del FT que “la derecha política y los ricos pueden vivir sin democracia: el dinero abre puertas, quienquiera que sea que esté en el poder. Pero la izquierda y los pobres necesitan a la democracia y sus instituciones. Como mostraron las dictaduras regionales en los años setenta, cuando éstas desaparecen son los pobres los que más sufren”.

Precisa que “por otra parte, el éxito de izquierda de América Latina en este siglo se debe a esas mismas instituciones democráticas. Nada en la política es para siempre, y cuando estos gobiernos pierdan el poder, necesitarán de la democracia y las instituciones para recuperarlo”.

De hecho, Chávez y sus aliados llegaron al poder gracias a las instituciones, la democracia y las elecciones.

Por último, señala el experto, “este es un mundo alejado de las preocupaciones habituales de la señora Montero. Pero pasar de la ‘apatía al activismo’ es lo que esta embajadora de Amnistía Internacional exige ahora de sus oyentes en todo el espectro político. Ella reconoce que Venezuela ahora cuenta con más conciencia social que en el pasado,(una cosa positiva. Sin embargo, para la izquierda política, su mensaje general podría ser destilado así: es fácil de defender la democracia cuando los rivales están en el poder) y tan necesario cuando lo detentan supuestos amigos”.

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