El conflicto aduanero entre Argentina y Brasil, enquistado durante las últimas dos semanas, comienza a apuntar hacia un desenlace satisfactorio. La luz al final del túnel procede de los “gestos de buena voluntad” que ambas naciones se acaban de dedicar: por un lado, Brasil ha permitido la entrada de una parte de los 3.000 vehículos argentinos retenidos en la frontera, mientras que Argentina agilizará la tramitación de licencias no automáticas (LNA) para la importación de calzado, neumáticos y baterías de automóvil. De esta forma, el diálogo bilateral que comienza el lunes lo hace con más posibilidades de fructificar. El conflicto aduanero entre Argentina y Brasil, enquistado durante las últimas dos semanas, comienza a apuntar hacia un desenlace satisfactorio. La luz al final del túnel procede de los “gestos de buena voluntad” que ambas naciones se acaban de dedicar: por un lado, Brasil ha permitido la entrada de una parte de los 3.000 vehículos argentinos retenidos en la frontera, mientras que Argentina agilizará la tramitación de licencias no automáticas (LNA) para la importación de calzado, neumáticos y baterías de automóvil. De esta forma, el diálogo bilateral que comienza el lunes lo hace con más posibilidades de fructificar.
Aunque desde Brasilia se ha apuntado que «esto no significa el levantamiento de las medidas adoptadas hace una semana», lo cierto es que ambos movimientos apuntan a la búsqueda de un entendimiento después de una escalada de tensión entre ambas potencias emergentes que comenzó con la denuncia brasileña de que Argentina estaba poniendo trabas a la importación de productos nacionales.
Los gobiernos de Argentina y de Brasil encargaron este martes a los dos funcionarios que integran la llamada Comisión Bilateral de Monitoreo del Comercio Exterior reanudar el camino del enfrentamiento comercial que se vislumbró esta última semana entre ambos socios regionales. Se trata del secretario de Industria, Eduardo Bianchi, y su homólogo ejecutivo del Ministerio de Desarrollo de Brasil, Alessandro Teixeira, quienes en los papeles ofician como viceministros de la ministra argentina Débora Giorgi y el brasileño Fernando Pimentel.
Bianchi y Teixeira se reunirán el lunes y el martes próximos en Buenos Aires, en la sede de la Secretaría de Industria. La decisión de este encuentro fue tomada por Giorgi y el embajador de Brasil en Buenos Aires, Enio Cordeiro. Los gobiernos de ambos países intentarán empezar a destrabar el conflicto desatado después de que el jueves pasado Brasil decidiera aplicar Licencias No Automáticas (LNA) a la importación de coches, con lo que pone en riesgo las exportaciones de ese sector por 7.000 millones de dólares (4.926 millones de euros).
Todo comenzó cuando el ministro de Comercio brasileño, Fernando Pimentel hizo público que el sector privado de Brasil está enfrentando dificultades para colocar sus productos en Argentina y el gobierno de Dilma Rousseff exigió una solución negociada para las trabas que se aplican al ingreso de calzado, alimentos, y electrodomésticos, entre otros productos.
Ante la negativa de Cristina Fernández a darse por aludida, Brasil le dio a Argentina le donde más le duele. El Gobierno brasileño ha decidido poner freno a las importaciones de automóviles producidos en la nación argentina. Para los analistas esto supone un duro golpe a sus exportaciones. Basta ver las cifras: Brasil importó en 2010, 634.000 vehículos, de los que más del 50% procedían de la industria argentina. Alrededor de 7.000 millones de dólares (4.926 millones de euros) estarían en juego, según la consultora Acebeb, desde donde añaden que más del 80% de las exportaciones totales de Argentina son a Brasil.
La preocupación ha cundido entre los empresarios de ambos países. Esta semana, ña Asociación de Industriales Metalúrgicos de Argentina (ADMIRA) manifestaba su preocupación por el conflicto comercial generado, y un rápido mensaje a las estadísticas explica fácilmente por qué: el 60% de los coches que se producen en el país tiene como destino el mercado externo y un 80% se dirige al mercado brasileño, lo que determina que el 50% del total del intercambio comercial con Brasil vecina esté constituido por vehículos.
Ambas potencias son clave para el desarrollo de la región, dadas sus altas tasas de crecimiento y de comercio exterior. Los gestos de buena voluntad son un inicio adecuado para reconducir las deterioradas relaciones a partir de la próxima semana, un extremo deseado por todos y que sólo puede favorecer tanto a Argentina como a Brasil.