La respuesta de Brasil ha sido inminente. El Gobierno de Dilma Rousseff ha obstaculizado la entrada de coches argentinos, en réplica a las barreras comerciales que ha impuesto Argentina a los productos brasileños. Esto ha supuesto un duro golpe para el comercio argentino, ya que la venta de automóviles es uno de los principales negocios de las exportaciones a Brasil. Las represalias podrían ser muy duras. Los expertos creen que las relaciones pueden llegar a deteriorarse y afectar a otros mercados importantes como el del trigo, vino, frutas y verduras. La respuesta de Brasil ha sido inminente. El Gobierno de Dilma Rousseff ha obstaculizado la entrada de coches argentinos, en réplica a las barreras comerciales que ha impuesto Argentina a los productos brasileños. Esto ha supuesto un duro golpe para el comercio argentino, ya que la venta de automóviles es uno de los principales negocios de las exportaciones a Brasil. Las represalias podrían ser muy duras. Los expertos creen que las relaciones pueden llegar a deteriorarse y afectar a otros mercados importantes como el del trigo, vino, frutas y verduras.
Argentina ya estaba advertida. El ministro de Comercio e Industria de Brasil, Fernando Pimentel, envió esta semana una carta a la ministra de Industria argentina, Débora Giorgi, en la que pidió que se eliminaran las trabas al comercio. De lo contrario, Brasil advirtió que tomaría medidas. En vista de no obtener respuesta por parte de Argentina, Brasil no tardó en actuar.
Al parecer, según informa la prensa, la ministra Giorgi llamó a Pimentel para aclararle que nunca había recibido la carta que él dijo haber enviado. Pero Pimentel no la atendió, sino que delegó la conversación a la secretaria de Comercio Exterior, Tatiana Prazeres, quien volvió a enviar el escrito por fax. Según fuentes del ministerio brasileño, Giorgi pidió que las autoridades brasileñas evitasen exponer las diferencias a través de la prensa, como se viene haciendo ante la falta de respuestas por la vía diplomática.
A Argentina le han dado donde más le duele. El Gobierno brasileño ha decidido poner freno a las importaciones de automóviles producidos en la nación argentina. Para los analistas esto supone un duro golpe a sus exportaciones. Basta ver las cifras: Brasil importó en 2010, 634.000 vehículos, de los que más del 50% procedían de la industria argentina. Alrededor de 7.000 millones de dólares (4.926 millones de euros) estarían en juego, según la consultora Acebeb, desde donde añaden que más del 80% de las exportaciones totales de Argentina son a Brasil.
Sin embargo, las represalias podrían ser todavía más duras. El gobierno de Rousseff podría estar estudiando poner límites comerciales a productos típicos de Argentina, como el vino, el ajo, las manzanas, la cebolla y las aceitunas, entre otros. También podría afectar a las exportaciones de trigo, que después de unos años ha vuelto a tener peso en el total de las exportaciones argentinas. Situación que ampliaría el déficit comercial que mantiene Argentina con Brasil y que actualmente alcanza los 1.330 millones de dólares (935 millones de euros).
La tensión entre ambos países ha crecido durante las últimas semanas. El proteccionismo que las autoridades argentinas aplican a productos brasileños, las trabas que ponen en la aduana y la tardanza en conceder licencias comerciales no automáticas han sacado lo peor de Brasil.