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México se beneficia de la coyuntura internacional para colocar en la misma semana dos emisiones de deuda y afrontar el resto de la legislatura sin preocupaciones financieras

Aprovecha el momento

México ha aprovechado esta semana la coyuntura económica internacional para colocar dos emisiones de deuda soberana completamente diferente en dos días consecutivos y usar las ganancias de la ventas para cubrir las amortizaciones de la deuda externa para el resto de la presente administración, que concluye en diciembre de 2012, según ha informado la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Las bajas tasas de interés de los países desarrollados y el incremento de la liquidez de los inversores ha atraído el capital extranjero a los bonos soberanos mexicanos. La primera emisión fue un hecho inaudito en el continente latinoamericano: colocar una deuda con vencimiento a 100 años. Pero no contento con este éxito, al día siguiente vendió bonos samurái por valor de 150.000 millones de yenes (1.800 millones de dólares). México ha aprovechado esta semana la coyuntura económica internacional para emitir dos deudas soberanas completamente diferente en dos días consecutivos y usar las ganancias de la ventas para cubrir las amortizaciones de la deuda externa para el resto de la presente administración, que concluye en diciembre de 2012, según ha informado la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Las bajas tasas de interés de los países desarrollados y el incremento de la liquidez de los inversores ha atraído el capital extranjero a los bonos soberanos mexicanos. La primera emisión fue un hecho inaudito en el continente latinoamericano: colocar una deuda con vencimiento a 100 años. Pero no contento con este éxito, al día siguiente vendió bonos samurái por valor de 150.000 millones de yenes (1.800 millones de dólares).

México ha realizado, financieramente hablando, una semana redonda. En dos días se ha asegurado un capital de 2.800 millones de dólares (2.008,22 millones de euros), con la emisión de ambos bonos y ha reafirmado la confianza de los ‘traders’ extranjeros en la capacidad de endeudamiento de la nación gobernada por Felipe Calderón. Pero lo más importante es que con las ganancias obtenidas, el Gobierno tiene resueltas sus obligaciones de pago con las deudas emitidas.

Como ha anunciado el Ministerio de Hacienda, México no tendrá que recurrir a los mercados internacionales en los próximos dos años, “a no ser que, como en esta ocasión, encontraran una gran oportunidad, con unas buenas tasas”. Esta es lo que ha logrado la doble colocación de deuda, que, como indica la secretaría de Hacienda, la situación tenía condiciones y costos favorables, por lo que “había que aprovechar los bajos tipos de interés”.

México ha esperado pacientemente el momento de volver a los mercados internacionales. El Gobierno ‘azteca’ llegó poco endeudado a la crisis del 2008. Ello ha dado margen para que pueda volver a hacerlo en buenas condiciones; en las mejores condiciones, posiblemente.

Y es que esta semana los mercados estaban dando señales de una gran liquidez y de una gran cantidad de inversores que no sabían donde depositar sus fondos. Las bajas tasas de interés que actualmente ofrecen los países industrializados en sus bonos de referencia, como el 2,3425% de EEUU, el 2,255% de Alemania o el 0,873% de Japón, son más que duplicadas por las que ofrecen los bonos a 100 años de México, que ha sido de un 6,1%. Para los inversores la oportunidad que ha ofrecido México ha sido excepcional, ya que el bono poseía una tasa mucho mayor a las que actualmente están en mercado, pero es que además ofrecen poco riesgo.

La emisión inédita de bonos a 100 años ha recibido el doble de la demanda esperada. El Gobierno mexicano pretendía sacar 500 millones de dólares (358,611 millones de euros), pero la demanda era tan grande, que terminó siendo de 1.000 millones de dólares (725,521 millones de euros). China es de los pocos países que también ha emitido una deuda con un siglo de vencimiento.

Además, comparado con la deuda a 30 años emitida en abril, del 6,22%, la tasa es menor que la pagada entonces. Todo ello refuerza la confianza del país en los inversores internacionales, como indica el ministerio de Hacienda mexicano, «pone de manifiesto la confianza del público inversionista en la política económica que se viene instrumentando en la presente administración».

Por otra parte, nos encontramos los bonos samurái, por valor de 150.000 millones de yenes (1.800 millones de dólares), con un vencimiento a 10 años. La emisión se ha producido un día después de la colocación ‘récord’ de deuda a 100 años. México ha aprovechado la situación financiera de Japón para capturar liquidez. De igual manera que el bono a 100 años, Japón ha vivido un aumento de liquidez a la par que un crecimiento de apetito por la inversión.

La emisión tiene el mismo monto que los bonos samurái que ya emitió México en el año 2009. Este bono, y el emitido con vencimiento a 100 años, tienen como finalidad cubrir las amortizaciones de deuda externa de mercado del Gobierno federal para el resto de la administración del presidente Felipe Calderón, que concluye en el 2012. Calderón ya se ha quitado una preocupación para el resto de su legislatura.

La cuestión es, ¿cómo ha conseguido capturar todo este capital? Como ha declarado Luis Torres, de IXE, a Américaeconómica.com, una de los motivos más importantes ha sido la entrada de México en World Government Bond Index (WGBI) de Citigroup, lo que pone de manifiesto el avance que se ha logrado en el desarrollo del mercado local de deuda, ante las políticas macroeconómicas utilizadas en el actual sexenio, las cuales han permitido asegurar un entorno de estabilidad, certidumbre económica y condiciones necesarias para acelerar el ritmo de crecimiento de la economía mexicana. Para ser el primer latinoamericano en formar parte de dicho índice, México tuvo que cumplir con una serie de estrictos criterios en materia de calificación crediticia, liquidez y facilidad de acceso.

Y la otra cuestión es, ¿dónde va a invertir todo este dinero? Una de las primeras opciones es refinanciar los bonos a corto plazo, alargando el plazo a un coste menor, como señala Torres. Otro asunto son los proyectos de infraestructura que el Gobierno tiene pendiente desde 2006, pero que, por la crisis, tuvo que aplazar. Por último, llevar a cabo proyectos sociales, en el ámbito de la salud, de educación o de reducción de la pobreza.

Como conclusión sacamos que el Gobierno mexicano ha sabido aprovechar la coyuntura internacional para poder respirar tranquilamente, en términos financieros, para lo queda de legislatura.

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