Carlos ha dormido varias noches en su taxi frente a una gasolinera para no perderse la llegada del camión cisterna. Desde que los partidarios del expresidente boliviano Evo Morales bloquean la ruta entre La Paz y una refinería, las estaciones de servicio están sin combustible y los comercios desabastecidos.
«Si no hay gasolina, no trabajamos»: el diagnóstico de Carlos Lara es tajante.
«Estamos aquí desde el jueves a las 7 de la mañana. Estamos haciendo fila. Nos dan esperanza de que ‘tal vez mañana, tal vez mañana’ y hemos llegado hasta ahora», dice el domingo este taxista de 72 años mientras mata el aburrimiento conversando con colegas que también esperan.
«Tampoco podemos ir a un garaje porque no tenemos gasolina, no nos alcanza para ir al garaje. Estamos durmiendo aquí», dice mirando a los aproximadamente veinte autos estacionados frente a la gasolinera.
El panorama se reproduce ante casi todas las estaciones de servicio de La Paz, capital administrativa de Bolivia y centro neurálgico de la crisis política.
Morales renunció hace una semana, ante manifestaciones opositoras que lo acusaban de fraude en las elecciones del 20 de octubre, que le habían dado la reelección.
Desde su renuncia, sus partidarios se manifiestan todos los días para exigir la salida de Jeanine Áñez, una senadora de derecha que lo reemplazó al proclamarse presidenta interina el martes pasado.
Los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad han sido especialmente fuertes cerca de Cochabamba, feudo de Morales, donde nueve campesinos cocaleros murieron durante una manifestación, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Para hacerse oír más, algunos establecieron, primeramente, bloqueos de carreteras a lo largo de la ruta que lleva desde La Paz hasta la cercana ciudad de El Alto.
Luego, los bloqueos se trasladaron al ingreso a El Alto, en la autopista que conduce hasta Cochabamba y Santa Cruz, la capital económica de Bolivia. Una ruta vital pues une La Paz con el centro y este del país, donde se concentra la producción agrícola.
También bloquearon la refinería de Sanketa, cerca de El Alto, que abastece a toda la región de La Paz de gasolina y gas.
El domingo, el coronel Rodolfo Montero, el nuevo jefe de policía boliviano, aseguró a la prensa que el «comandante regional de El Alto ha abierto un diálogo» con los manifestantes.
«Necesitamos restablecer el servicio de abastecimiento de hidrocarburos (…) principalmente para el mercado de La Paz», dijo a su vez Áñez.
Pero en la noche del domingo, manifestantes continuaban bloqueando el acceso a la refinería, según pudieron comprobar periodistas de AFP.
Carlos, el taxista, no critica a los manifestantes. Él cree que el gobierno de Áñez «cometió un grave error. Podría haber aliviado la situación sin recurrir al ejército y la policía», como hizo cerca de Cochabamba.
– Carne en el mercado negro –
En el mercado Rodríguez, María (nombre cambiado), vendedora de anís, pimienta y otras especias, coincide con Carlos.
«Hay muertos, mataron a 9 personas en Cochabamba, hay jóvenes que metieron presos, por eso hay bloqueos. Claro que lo entiendo», dice.
«Yo no he subido los precios y tampoco lo voy a hacer porque hay gente que tiene más necesidades que yo», agrega.
Pero no sucede así en todos los puestos del mercado, según señala Gualberto Albornoz, un cliente.
«Hoy con 15 bolivianos (algo más de dos dólares) compré 12 plátanos. Hace una semana me costaban 7 bolivianos. Ahora solo compro lo estrictamente necesario», dice Albornoz, con una banana en la boca.
Albornoz fustiga a los partidarios de Morales, que «no comprenden» que «las cosas están hechas, que tenemos un gobierno y va a haber elecciones».
Mientras los sectores al aire libre del mercado Rodríguez mantienen su oferta de verduras, frutas y especias, el sector de carnes da pena. Todos los puestos permanecen cerrados desde hace tres días, por falta de mercadería, salvo el de Francisca.
«Es difícil conseguir carne ahorita. Casi no hay, se consigue clandestinamente. Hay gente que se dedica a eso, que recorre el campo para eso. Yo no quiero saber nada de eso. Yo solo les compro la carne y es todo», cuenta.
El gobierno envió 35 toneladas de carne hacia La Paz desde el centro del país para intentar paliar la escasez, y el jefe de gabinete, Jerjes Justiniano, prometió el domingo que en los próximos días llegarán a la ciudad unas 25 toneladas de pollo.