Bernie Sanders ha promovido durante 40 años, con constancia y tenacidad, las ideas socialistas en Estados Unidos, donde muchos las consideran utópicas cuando no nefastas. Este miércoles renunció a la carrera por la investidura demócrata tras influenciar profundamente a la izquierda estadounidense en los últimos meses.
A sus 78 años, el senador de Vermont tiró la toalla cuando la victoria parecía ya imposible a raíz de los triunfos de Joe Biden en las últimas primarias disputadas antes de la pandemia de coronavirus.
El exvicepresidente de Barack Obama tiene ahora garantizado ser el rival del presidente Donald Trump en las elecciones del 3 de noviembre.
Después de un año de dura campaña, que quedó casi suspendida por la epidemia, la presión para que Sanders abandonara se volvió cada vez más agobiante.
Hace apenas unas semanas, todo parecía ir viento en popa para el senador que se define como «socialista democrático», critica las desigualdades y defiende aumentar los impuestos a la riqueza.
El ala más moderada de los demócratas comenzó las primarias muy dividido entre numerosos candidatos, mientras Sanders juntaba en sus mitines a multitudes apasionadas y podía contar con las contribuciones de muchos pequeños donantes.
El veterano político salió de las tres primeras elecciones en Iowa, New Hampshire y Nevada como el principal favorito en las primarias.
Sanders, famoso por su temperamento hosco, ya había cautivado inesperadamente a los jóvenes con su discurso en defensa de los trabajadores en 2016.
Cuatro años después, los apoyos del senador de Vermont, un estado de mayoría blanca, se ampliaron para integrar a las minorías, claves en el electorado demócrata.
La estrella emergente del partido en el Congreso, Alexandria Ocasio-Cortez, de origen puertorriqueño, recorrió el país para apoyar al «Tío Bernie», que también tuvo el respaldo de la rapera Cardi B o del actor Danny Glover.
El casi octogenario se convirtió en el candidato de los jóvenes.
A principios de 2020, tras haber superado un ataque al corazón que obligó a hospitalizarlo en octubre, retomó la campaña con ímpetu.
– Unión de rivales –
Pero una vez más, el socialista vio cómo sus rivales se unían contra él.
En vísperas del supermartes del 3 de marzo, dos candidatos moderados, Pete Buttigieg y Amy Klobuchar, abandonaron la carrera y apoyaron a Biden, dando comienzo a un frente anti-Sanders.
Para ellos, el hombre que estuvo de luna de miel en Moscú en 1988 y defendió algunos aspectos del régimen sandinista en Nicaragua o del castrismo en Cuba no tenía opciones de vencer a Trump.
Él denunció que el «establishment» del Partido Demócrata los obligó a retirarse para favorecer a Biden.
– «Nadie lo quiere»-
La renuncia ha sido difícil para un político que ha defendido durante décadas ideas poco populares en su país.
Bernard Sanders nació el 8 de septiembre de 1941 en Brooklyn, Nueva York, en una familia de inmigrantes judíos polacos que quedó devastada por el Holocausto.
Muy pronto se comprometió con diversas causas. Siendo estudiante en la universidad de Chicago luchó a favor de los derechos civiles y protestó contra la guerra de Vietnam.
Después de graduarse y tras vivir en un kibutz en Israel, Sanders se instaló a finales de los 60 en el bucólico Vermont, donde trabajó como carpintero y realizador.
Su carrera política empezó realmente en 1981 con su elección como alcalde de Burlington, la primera ciudad de Vermont, con 42.000 habitantes.
Fue reelegido tres veces, y en 1990 entró a la Cámara de Representantes en Washington como independiente. Allí estuvo hasta 2006 cuando postuló al Senado, donde ha ejercido desde entonces.
A pesar de haber sabido difundir sus ideas, Sanders nunca ha logrado deshacerse de su imagen de hombre conflictivo, opuesto a cualquier compromiso.
«Nadie lo quiere, nadie quiere trabajar con él», afirmó su exrival Hillary Clinton en un documental estrenado hace poco.
Todos reconocen, sin embargo, que ha creado un verdadero «movimiento». Falta por ver si seguirá dirigiéndolo o si cederá el testigo. Muchos ya sugieren el nombre de su sucesora: Alexandria Ocasio-Cortez.