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EL NUEVO MODO

SOS

Venezuela agoniza. A la vista de mi residencia, hace horas –escribo en la madrugada del viernes 14- fueron incendiados algunos vehículos y se habla de persecuciones, detenciones, quema de vehículos y ejecuciones de jóvenes en un distribuidor de tránsito y un parque urbano. Venezuela agoniza. A la vista de mi residencia, hace horas –escribo en la madrugada del viernes 14- fueron incendiados algunos vehículos y se habla de persecuciones, detenciones, quema de vehículos y ejecuciones de jóvenes en un distribuidor de tránsito y un parque urbano.

Óscar Arias, ex Presidente de Costa Rica y Nobel de la Paz declaró anoche: «No voy a callarme cuando la sola existencia de un gobierno como el de Venezuela es una afrenta a la democracia». De eso revienta mi país: del infortunio de una afrenta de gobierno.

La economía venezolana muere. Tal como la concibe y conoce todo el mundo ya no existe. La prudencia para el financiamiento del gasto, norma básica de economía familiar y colectiva, desapareció por la voracidad de la confederación de malhechores nacionales y extranjeros que controla las decisiones económicas nacionales. Los múltiples efectos ya los hemos referido en este espacio.

Ahora, frente a la realidad de la sequía de dólares, la insensatez del gasto, el manejo politizado de la autoridad monetaria, la incrementada escasez de bienes, lo crítico de la situación social y política, el clima insurreccional presente y otros factores del entorno general, se hace presente la posibilidad de medidas de cupos, racionamiento, represión, control militar, etc.

El asunto –la creciente carencia de bienes y servicios, en un país con ingresos petroleros en el orden de los 70.000 millones de dólares- ya ha generado tumultos, desórdenes y molestias conocidas por todos. El mundo observa asombrado a un país con un “cash” abultado, en el cual la penuria generalizada se hace protagonista principal de la escena social.

Las instituciones venezolanas murieron hace tiempo. Por ahí comenzó todo. Ante la mirada atónita de los analistas profundos y la displicencia de la dirigencia partidista tradicional, el régimen, ¡desde el 2001!, comenzó un trabajo de largo plazo dirigido a adulterar, acosar, penetrar, sustituir, pervertir, eliminar, etc., el entramado institucional nacional.

Anoche, frente a instituciones solo de papel, en el reino de la arbitrariedad y las actuaciones “de facto” del régimen, el ex candidato “alternativo” Henrique Capriles, al criticar las actuales protestas, se atreve a invocar la Constitución y propone pedir defenderla. La gran pregunta es “cómo” y “ante qué o quiénes”.

Las perspectivas venezolanas, sean en lo económico o en lo institucional, son de un pronóstico terrible.

No se hable de lo social y político: es raro, en la calle no hay pueblo chavista en defensa del régimen. Sufren igual. Solo bandas paramilitares.

Venezuela pide a gritos la ayuda de todos. Invoca la reconocida generosidad de su gente y la fortuna que ha dispensado a muchos, provenientes de todas partes. Igual, la tradición de acogida y protección de los perseguidos y refugiados de muchas situaciones de crisis del mundo, durante mucho tiempo, en oleadas diversas.

Su experiencia de lucha democrática y el logro de un muy buen consenso en los ’50 del siglo pasado y su vocación de ayuda al afán democrático de diversos, han sido referencia universal. Me lo han dicho españoles, chilenos, costarricenses, nicaragüenses, brasileños, alumnos africanos y otros, en diversos momentos de lucha o construcción democrática de sus países. Hoy le toca la mala a nuestro país.

Termino este artículo, más corto que de costumbre. Más que un análisis es una súplica de ayuda.

Venezuela necesita de auxilio. El régimen es inescrupuloso. Maduro, los Castro y sus socios defienden su botín. Lo hacen al precio de la sangre de jóvenes y la penuria de todo el país, incluidos sus partidarios.

Esperamos más expresiones como la del Presidente Arias. Esperamos la respuesta del Presidente Santos, de Colombia, a la alusión velada del Nobel de la Paz a su silencio cómplice. Esperamos más pronunciamientos en el mundo.

Esto no es un artículo convencional. ¡Es un SOS al mundo libertario y democrático!

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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