“Es lo que hay”, dicen nuestros chamos si lo que existe o pasa está por debajo de las expectativas. Del tan mentado “Sacudón”, solo hubo una “sacudidita”. Es lo que hay, “por ahora”. “Es lo que hay”, dicen nuestros chamos si lo que existe o pasa está por debajo de las expectativas. Del tan mentado “Sacudón”, solo hubo una “sacudidita”. Es lo que hay, “por ahora”.

Para quien sí hubo mucho fue para Ramírez, el arquitecto de las supuestas medidas a anunciar, de quien se sacudieron militares y radicales, al sacarlo –y sustituirlo- de sus privilegiadas trincheras del ámbito económico.

Con lo sucedido, se confirma uno de nuestros escenarios: el tendencial. O sea, «Seguir igual, con las mismas dudas y daños».

Así lo definí a comienzos de julio: “se retrasan o minimizan las decisiones y continúan 1) la incertidumbre general del país y 2) la debacle del modelo.

Eso “podría significar que se sigue actuando igual que hasta ahora, lo cual incluye decisiones paso a paso y sibilinamente y una minimización de las decisiones a tomar”. Pero, con consecuencias, sobre lo cual me ocupo a continuación.

En principio, implica “el mantenimiento de las áreas de incertidumbre económica, política, social e institucional actuales, con la doble condición de: 1) escenarios extremos abiertos y 2) la tendencia asordinada al colapso y anulación total de la sociedad venezolana”.

La puja interna seguirá. Olvídense que el “estado del sistema” permanecerá dónde se ubicó el lunes. Es así, no porque haya facciones, sino porque el tema de la sustentabilidad del modelo no ha sido resuelto, ni se resolverá con la pereza decisional presente.

Las “viudas” del sistema chavista están activas y pueden mostrar un triunfo táctico, pero el modelo hace aguas y se requiere con urgencia ubicarse en otros escenarios. Y por ellos pujan unos y otros, que no son solo, como tanto repiten mis colegas, radicales y reformistas.

Esos escenarios los hemos referido. Posiblemente estemos en una variante, o sub-escenario, del “Camino a Cuba”, definido por nosotros hace varios años. Estatismo exacerbado, controles, represión y abatimiento del consumo y la riqueza social son sus rasgos. Y la destrucción y entrega del país, sus efectos.

No hay contradicción alguna en la entente militares-“radicales”. En China y Cuba, modelos distintos, mandan militares. Eso es lo real. Es lo “fáctico”. Las denominaciones son adornos.

El sistema deberá tender a uno cualquiera de los escenarios en liza, pero, lo sustancial, que es la racionalidad de cada sistema para lograr su sustentabilidad, sigue sin resolverse.

Como escribí hace dos semanas, “La profundización del “Camino a Cuba” o “la lenta Emulación de China” son los escenarios que se confrontan tras las diferencias entre los que nuestros colegas han denominado “radicales” y “reformistas”. Y como la confrontación no es en el plano económico, sino político, la economía y el bienestar terminan pagando el plato”.

Por lo pronto, Se impone “mayor austeridad a la sociedad. (Por lo cual) El manejo hasta ahora, (…) no admite más importaciones privadas y el sostén del actual estilo de consumo y requiere, entonces, su caída drástica”.

Los reformistas tienen una carta para recobrar aire y tender al escenario de mayor conveniencia. Los compromisos externos, incluido el fuerte servicio de la deuda los dos próximos meses, exigirán recursos líquidos en moneda extranjera. No parece posible disponer de ellos, excepto por nuevo endeudamiento. Conocida la situación del país eso solo será posible con una reingeniería financiera. Y eso implicará también una reingeniería normativa y económica.

Es verdad que el caos, el descontrol y el enrevesado cúmulo de irrespetos de toda norma de buen gobierno y rendición de cuentas impide saber a ciencia cierta lo que pasa y lo que puede hacerse; pero, los tiros andan por dónde apuntamos.

Si me agarran fuerte por la pechera y me conminan a decir hacia dónde van las cosas, diría que, en el actual “estado del arte”, se profundiza el “Camino a Cuba”. Preparémonos, entonces, para mayor castigo al consumo. Hablo, que quede claro, en términos de probabilidades y no de preferencias.

Me abruma descubrir tanta abulia, falta de compromiso con la nación e irresponsabilidad y mistificaciones del liderazgo social e intelectual.

Venezuela no vive su mejor hora histórica. Su liderazgo desmerece.

Como siempre digo, deseo equivocarme. Pero, soy pesimista, en contra de mi condición habitual de militante de mejores futuros. En estos casos no resulta grato tener habilidades prospectivas.

*Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

sjguevaragarcia@gmail.com / @SJGuevaraG1

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Sacudidita

Santiago José Guevara García*

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