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EL NUEVO MODO

Integralidad

La Venezuela generosa con tantos vive días difíciles. Por ello, Venezuela invoca la solidaridad del mundo. La Venezuela generosa con tantos vive días difíciles. Por ello, Venezuela invoca la solidaridad del mundo.

Precariedad institucional; manejo demencial de la política de parte del régimen; militancia oficialista fanatizada, cercana a la barbarie; deterioro general de las condiciones de vida y estabilidad, con la crispación correspondiente; ingobernabilidad y conflicto; riesgos de caos y crisis terminal: un panorama muy, pero muy complicado, con sus riesgos y costos asociados.

A las dificultades económicas, sociales, institucionales, políticas y culturales ya conocidas (el avance en el camino a la hiperinflación, por ejemplo; la supersónica depreciación de la moneda; o la terrible realidad de desabastecimiento de bienes de la dieta básica; todo, en medio de una deriva institucional, en la cual se refuerza el carácter cívico-militar totalitario de su gobierno), se agregan el intento radical más serio del régimen en la línea del dominio económico pleno; pero, también la presencia de una potencial crisis terminal del sistema, en un momento en el cual su inerme sociedad decide reanudar, esperanzadoramente, sus acciones de calle, en plan de protesta. Riesgo de enfrentamiento social, entonces.

El país sufre la embestida del régimen castrista, dispuesto al control total de los procesos nacionales. Los militares colaboradores les siguen el juego, tanto en el control de funciones de naturaleza civil y profesional (en la economía, por ejemplo), como en el acompañamiento y lucro en los desmanes tumultuarios en tiendas saqueadas o forzadas a descuentos caprichosos. El país, en el momento de escribir este artículo, el lunes 11, en la tarde, es víctima de rumores e informaciones provenientes de todo el país, sobre asedios a comercios y saqueos.

Por su lado, la sociedad valiente que en abril del 2002 provocó la salida del sembrador de los vientos que hoy nos azotan, que en el 2007 pudo derrotar la pretensión absolutista de la propuesta de reforma constitucional del mismo Chávez, que en abril de este año ofrendó sufrimientos y vidas ante la burla electoral del Consejo Electoral oficialista; el heredero de tantas jornadas virtuosas de lucha contra la opresión, decidió salir el sábado pasado a plazas y avenidas a reanudar su presencia en la calle (#9N), convencida del valor disparador de su protesta abierta en las defensas de la sociedad frente a la emboscada radical del régimen.

La iniciativa se repetirá el próximo sábado (#16N), si no se precipitan acontecimientos que la hagan tardía o riesgosa, o, por el contario, la adelantes a los días laborables de esta semana.

Veamos algunos elementos de análisis de la iniciativa de protesta, con intención de contribución.

Hasta ahora, la protesta ha sido solo calle. Es decir, en solo una de las al menos seis áreas de expresión del conflicto político nacional, de acuerdo a nuestro modelo. Eso la hace desprovista de poder de potenciación.

Es verdad que, sobre todo las redes sociales, han apuntalado la protesta. En una situación de censura o autocensura de los medios convencionales de comunicación, es de reconocer, a los emisores de mensajes, su contribución y la atención de otra de las áreas de la acción política necesaria. Cabe recomendar mayor focalización y el recurso expreso a responsables de la comunicación en cada punto de protesta.

En lo visto el sábado, las reglas mínimas de actuación y el control de riesgos no están bien resueltos. Pude observar excesos y conductas inconvenientes. No hay voceros para el orden. Se debería cuidar la seguridad, etc.

Desde ya, la protesta debería preguntarse cuáles serán sus próximos niveles de acción política. Como tanto lo hemos posteado en redes, “¡No es solo calle!”

Pues, “solo una estrategia integral de movilización ciudadana puede vaciar políticamente al régimen y derrotarlo. El electoralismo asexuado no derrota totalitarismos. Eso exige acciones de distinto tipo, todos los días: recursos ante instituciones (comunicados, demandas, etc.); presencia en medios y redes, acompañamiento social a los reclamos por salarios, contratos colectivos, etc.; valor para el uso del paro como medio de lucha; solicitudes ante aliados extranjeros y el reconocimiento de que podemos dirigirnos, innominadamente, a nuestras fuerzas armadas, para recordarles que son las depositarias de la violencia legítima”.

Como puede notarse, la lucha política requiere mayor integralidad. Incluso incluir contenidos sobre lo que se propone como cambios sustanciales mañana, que sirven hoy para demostrar la superioridad de la opción democrática.

Por eso el valor de acompañarse de planteamientos dirigidos a una transición a la democracia, por la vía constituyente o un paquete completo de acciones institucionales.

¡No es solo calle! ¡No es solo nuestra lucha! Invoquemos el acompañamiento de todos los demócratas y libertarios del mundo. Ese mundo nos debe solidaridad.

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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