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EL NUEVO MODO

Entropía

El término de la Termodinámica, de uso frecuente en la jerga de la gestión de sistemas sociales complejos, refiere una degradación organizativa y funcional progresiva, relacionada con el desorden y pérdidas de viabilidad de los sistemas. Así está hoy Venezuela: entrópica. El término de la Termodinámica, de uso frecuente en la jerga de la gestión de sistemas sociales complejos, refiere una degradación organizativa y funcional progresiva, relacionada con el desorden y pérdidas de viabilidad de los sistemas. Así está hoy Venezuela: entrópica. Venezuela es un gran desorden, sin viabilidad que no sea por la vía de su recomposición.

¿Cuáles son los escenarios en ese preciso estado de la situación? 1°) Al Estado totalitario (un poco más, un poco menos, pero totalitario) le restan los recursos de su específico tipo de gobernabilidad (totalitaria): represión, radicalismo, delincuencia y propaganda. Pero, los factores de crisis general, que podrían llevarlo a una situación terminal, son diversos e impredecibles. Ni siquiera admiten un cálculo de probabilidad: están en el área oscura de la incertidumbre.

2°) Si ese Estado optare por una transición a lo chino o vietnamés; es decir, económica, pero no democrática, solo sobreviviría con la venta de la esperanza de una reivindicación económica sustantiva a largo plazo y la garantía de algunos mendrugos, en el corto. Algunos elementos de su ”Economía Política” me hacen dudar de su posibilidad. Pero, existe como escenario.

3°) Solo queda, entonces, una recomposición importante de su organización y funcionamiento político, en condiciones de clara emergencia, bajo la restricción de un pormenorizado y muy profesional plan para una muy exigente transición democrática, que asuma cambios en todas las esferas de la vida social, con énfasis en los más limitativos y de mayor riesgo de inestabilidad.

¿Por qué soy tan extremo en las hipótesis? Porque como dicho en enero -en condiciones mucho mejores- el país se encuentra en una situación límite. Hoy, solo por ejemplo, los inventarios de alimentos, para el venezolano promedio, pueden estar en apenas una semana, o menos. No cuentan los inventarios públicos (recuérdese el extremo estatismo actual) porque el demencial “apartheid” del régimen ha segmentado el abastecimiento de alimentos y lo garantiza a su clientela política, pero no al público general.

Junto con eso, el Estado, monopolizador y usuario discrecional de la única fuente de divisas, se encuentra en una extrema sequía de fondos externos, como resultado de sus fallas éticas y su desacertada gestión económica. En un país, cuya producción interna fue intencionalmente diezmada y debió hacerse dependiente de las importaciones, una “caja” sin divisas es una auténtica tragedia. Ni hay inventarios, ni dólares para comprarlos.

Porque pasa que el término que veníamos usando como descriptor –y advertencia- desde meses, ya es una realidad: la economía venezolana está colapsada: colapso fiscal, cambiario, monetario, productivo, institucional, de capacidad de gestión, del poder de compra interno y externo, de los índices de pobreza, manejo ético, etc.

Pero, a pesar de la profundidad de los problemas, no es en lo económico, institucional, opinión, etc., que vendrá la solución. Por razones asociadas a la lógica del conflicto (descrito en nuestro Modelo de Análisis del Conflicto Político Nacional, del 2002-04), los actuales “puntos de quiebre” del sistema se encuentran en los planos de lo internacional y lo militar. La terrible incapacidad y cerrazón de criterio de toda la clase política establecida –gobierno y oposición- permitió que el país se deslizara a ellos.

Y por uno de los dos, o por ambos, se resolverá la actual situación. Lo internacional hizo, finalmente, eclosión. Era inevitable, por el deslizamiento referido. El régimen está hoy casi desnudo ante el mundo y es muy probable que pronto ese desnudo sea total. Sus consecuencias sobre la organización y funcionamiento del país y del régimen son un elemento de agravamiento de lo ya grave. Imagínense solo una severa limitación comercial o financiera de PDVSA, la única fuente de divisas: el escenario sería dantesco. Y con riesgos de violencia.

Las Fuerzas Armadas –recuérdense que son, por doctrina y definición, la violencia legítima- enfrenta solo dos escenarios: el descrito arriba, en el párrafo segundo, o la actuación institucional. Enfrentan un muy duro trade-off. O terminan de desinstitucionalizarse, pierden su fortaleza y poder de negociación o control, o deben asumir el escenario descrito en el cuarto párrafo.

Lo internacional va a un mayor dinamismo. Y dinamizará las esferas internas. Lo que, a su vez, aumentará la presión sobre lo militar. Salvo un ahogo totalitario, la entropía aumentará. Creo, amigos lectores, que ustedes se dan cuenta que la alharaca del régimen por lo internacional no es por su posible acción directa, sino por sus efectos internos. Desorden y violencia crecientes solo serán resolubles con una recomposición política que los desplazaría.

¿Qué está pasando hoy que apunte a esa recomposición? En política, nada. Las elecciones parlamentarias, controladas por el régimen por la vía de las condiciones electorales y con una actuación “opositora” inocua, son un mero ritual inefectivo a los fines de una recomposición. Mueve a risa, por no decir otra cosa, que se le asigne al evento algún valor transicional. Tampoco lo tienen ni el “Acuerdo de Transición”, ni los muchos “mormones” de la transición (transicionalistas “de los últimos días”), anotándose a ganadores en un juego incierto que, de estar dándose, no controlan.

La situación toda es incierta. Y se resolverá pronto o se complicará. Dependerá del control o no de la entropía. ¿Podrá el régimen?

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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