Ejemplo de un posible nuevo bloque y su dinámica. El caso argentino nos sirve a nuestro propósito en este punto de la Serie. Macri llega al gobierno en Argentina en el lomo de una “elección crítica”. Ejemplo de un posible nuevo bloque y su dinámica. El caso argentino nos sirve a nuestro propósito en este punto de la Serie. Macri llega al gobierno en Argentina en el lomo de una “elección crítica”. Tiene exigencias y condiciones para una relevante transición a la democracia y el mercado, pero ésta no está presente de modo explícito en su propuesta. ¿Puede serle útil la metáfora transicional? ¿Qué es lo que le permite?
Estamos convencidos de que sí puede serle útil. Pero, de asumirla, habría que ver, no solo su ideario y su discurso, sino su estrategia y su acción. Su ideario es teleológico: consiste en fines como “pobreza cero”, “unir a los argentinos” y otros, de menor importancia para nuestro análisis. Su discurso se ha centrado en lo económico y lo internacional. Solo la cerrazón de la Presidenta Kirchner en varios temas lo ha motivado a asumir la política.
No hay un fin explícitamente económico en su ideario, pero todos hemos visto la prioridad que se le ha concedido al tema en los días transcurridos desde su elección. Lo ha hecho con aciertos, pero también deslices, que se convierten en factores de riesgo político.
Pasar de la terapia de choque a la gradualidad, y pensar en una ingeniería financiera con sus stocks de soya son movidas inteligentes y convenientes. Pero, la etiqueta liberal de su gabinete no solo lo afecta políticamente, sino que le limita crear las condiciones –bloque, ideario, estrategia- para cimentar bien una transición.
Tiene una situación adversa en el Congreso y tendrá que afrontarla. Representa amenazas, pero también oportunidades. Con la carga izquierdista en el Poder Legislativo, lo ayuda su interés en el tema de la pobreza, pero lo afecta su etiquetado liberal.
Las pruebas de los riesgos están en el enconado manejo del discurso y la acción, de parte del peronismo y sectores radicales. Anuncios como los de la Sra. Bonafini, la vergonzosa acción de sectores radicales en la Catedral de Buenos Aires y análisis y propuestas que ya circulan sobre el espacio abierto a los liderazgos medios de la izquierda, muestran que habrá oposición activa.
Los fines sociales de su gobierno deberían resaltarse –no se le está haciendo- y convertirse en carta de presentación y fuerza negociadora ante los congresistas opuestos. Con un inteligente intercambio, su posición y la composición de su base política deberían mejorar.
Las condiciones las tiene. No solo las obvias –es la mayoría y es gobierno- sino que se le reconoce como un nuevo movimiento transversal en el país. Esto debe reforzarse. Consciente o no de ello, Macri debe afrontar una transición con apellido: a la democracia y el mercado. Como la hemos venido definiendo en esta serie. En términos integrales, sin dudas. Tuiteaba hace días que el presidente posiblemente esté en la situación del Monsieur Jourdain de Molière: está en una transición, sin saberlo. Le haría muy bien asumirla.
Y con la fortaleza señalada en la primera frase del artículo y el inteligente manejo del su agenda natural (en forjamiento), debería prestar especial atención a la ampliación de su base política. No parece estar sucediendo. Al menos, no es noticia.
Condiciones iniciales (elección crítica); concreción de una base política y social más amplia; afinación, complementación y diversificación de la agenda natural a avanzar; rediseño fáctico de la estrategia y traída, a la sala de mando, de nuestros factores-clave de éxito de la gobernabilidad en transiciones, son –deben ser- la geografía a transitar en el arranque de la nueva dinámica gubernamental argentina.
Con ello se podría cumplir la hoja de ruta que esbozáramos artículos atrás (“Economía XXXIV”) para el avance estructurado de una transición precisamente en el paso del umbral hacia las tareas de gobierno: bloque político y social, ideario y agenda temporal explícita, buen ejercicio de gobierno, programa de reformas y cuido permanente del camino. El caso nos viene como anillo al dedo.
Y es, amigos de Cambiemos, que el ideario no basta. Es relevante para decirnos a dónde dirigirnos, pero no nos resuelve el camino. El camino es transicional, con todo lo que ello implica. Tanto en lo político como en lo económico hemos mencionado y descrito sus componentes y el modo de relacionarlos para apuntar al éxito.
Por lo demás, y éste sí es un factor al cual el nuevo presidente ha dado crucial relevancia, el éxito de Macri no interesa solo a los argentinos. Nos interesa mucho a los venezolanos. Nos resulta auspicioso que seamos tema permanente en los manejos del nuevo equipo gubernamental argentino.
Eso –quiero destacarlo- puede incluso redefinir los manejos actuales en las reuniones de Estados Unidos y Cuba. En contra del desdén de casi todos por el asunto, nosotros le hemos otorgado la mayor importancia. Hay escenarios tétricos para la nación venezolana en esos encuentros.
La persistencia en nuestro país de una conducción gubernamental marcada por La Habana, que pereciera conducida hacia un mayor radicalismo y destrucción, es un indicio de los malos resultados esperados de esas reuniones. La presencia de un nuevo actor importante, que debe ser bien valorado por los Estados Unidos, y que asume la defensa de los valores nacionales venezolanos, es otro indicio, pero en sentido contrario.
El saber transitológico nos orienta para aconsejar a ese actor una hoja de ruta estructurada con buen detalle. La procura de un liderazgo fuerte va a ser una prioridad, que se verá afectada por los factores de riesgo y el mayor o menor éxito en el camino. Ese éxito nos es necesario, lo deseamos y estamos dispuestos a ayudarlo.
Comienzan a cambiar las condiciones para un regreso a la sensatez en América Latina. Que no sea por nuestras fallas que perdamos las oportunidades que se nos están dando.
* Santiago José Guevara García
(Valencia, Venezuela)
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