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EL NUEVO MODO

Economía transicional (IV)

Es necesario un corto balance. Nos toca, con este artículo, comenzar “el establecimiento ordenado de las bases de una Economía Transicional en Venezuela”. El punto de partida –las fulanas condiciones iniciales que invocaba Walras- debe ser definido de manera precisa. Pues, resulta que las más rigurosas investigaciones de los últimos años en el campo de la Economía Transicional asignan gran importancia a ellas, como explicativas de mejores resultados de las transiciones democráticas. Vayamos, sin intención de profundidad y exhaustividad, a esas bases necesarias. Las bases de una Economía transicional

Es necesario un corto balance. Nos toca, con este artículo, comenzar “el establecimiento ordenado de las bases de una Economía Transicional en Venezuela”. El punto de partida –las fulanas condiciones iniciales que invocaba Walras- debe ser definido de manera precisa. Pues, resulta que las más rigurosas investigaciones de los últimos años en el campo de la Economía Transicional asignan gran importancia a ellas, como explicativas de mejores resultados de las transiciones democráticas. Vayamos, sin intención de profundidad y exhaustividad, a esas bases necesarias.

Son datos importantes la proporción del capitalismo de Estado en el sistema productivo nacional; el poder económico relativo del Estado frente a la economía privada; la presión tributaria completa y no sólo al sector privado; la magnitud y proporción del financiamiento público de primer piso; las exenciones tributarias y de otro tipo; la proporción de unidades productivas expropiadas en cada sector; las empresas cerradas; la proporción de los negocios de Brasil, Cuba, Argentina y otros “socios” respecto al consumo interno, los elementos más rígidos de la dependencia de China; el valor real del desempleo; etcétera.

En un plano más universal, variables como la inflación, la devaluación y la tasa de interés represadas; la situación del ingreso per-cápita y el desempleo; los mercados negros (por la brecha entre precios regulados y libres o “en la sombra”); las tasas anuales de crecimiento del PIB durante el totalitarismo; la dependencia comercial respecto a los polos geopolíticos; el número de años bajo el régimen totalitario; etc., son aceptadas por expertos como necesarias.

Tenemos, entonces, un buen ‘stock’ de temas relativos al punto de arranque de la transición democrática, que deben ser observados y cuidados. Por esto último, nosotros llegamos más lejos: lo que la literatura y la investigación tratan como condiciones iniciales, nos interesan ahora, políticamente, como condiciones finales del ‘chavismo’.

Son útiles porque deberían ser parte del modelo político de lucha contra él. Tal como decía en reciente conferencia en Caracas a la Fundación “Venezuela en Transición” y el IFEDEC, presidida por Eduardo Fernández, hoy hay que internalizar en la lucha política no sólo los problemas del presente y las enseñanzas del pasado, sino las anticipaciones del futuro, a varios plazos. Es del interés de la democracia mostrar un modelo superior y lograr aminorar los costos y riesgos de la transición democrática. Es parte importante de la tarea política, aunque no lo parezca, en este mundo de ‘marketing’ político basado en manejos carismáticos.

Hoy sabemos también que no todos los factores o variables mencionados arriba funcionan de igual manera y contienen el mismo valor. Tampoco lo tienen las formas en que se usen. Tiende a haber confusiones en su manejo. De hecho, la investigación ha permitido descubrir las relaciones entre factores, de modo de mejorar su manejo y evitar acciones complejas e inútiles. Incluso, las mismas condiciones iniciales son una variable que no se consideraba en los inicios de la reflexión sobre la transición.

Sucede que no es lo mismo amplitud que profundidad de las reformas institucionales. Tampoco se ha demostrado cierto que la rapidez de ellas produzca mejores resultados. Todo lo contrario. Lo cual privilegia hoy los ajustes suaves y graduales, frente a las terapias de choque, tan del gusto en los noventa, por influencia del “Consenso de Washington”. Finalmente, es posible ponderar la importancia relativa de las reformas económicas y políticas, a favor de estas últimas. Como se ve, hoy hay mayor experticia acumulada. Sería una necedad no aprovecharla.

Con base en lo anterior, toca ‘operacionalizar’, de manera prolija, una secuencia de actividades de cara a los fines a corto, mediano y largo plazos y todas aquellas que actúen como factores ‘viabilizadores’. Por ejemplo: el fin de una base institucional (constitucional, legal, sub-legal, organizativa, de procedimientos y rutinas, etc.) sobre reglas firmes y permanentes, requiere un trabajo cultural permanente a su favor. No es posible pasar de la discrecionalidad y el desorden, sin un mínimo trabajo cultural en ética, incentivos, etc.; aunque también en la normativa para premios y castigos por su mayor, menor o nulo cumplimiento. La buena fe y los supuestos imperativos morales no bastan.

Reconocida la importancia de las condiciones iniciales de la transición democrática, lo que procede, entonces, es identificarlas y optimizarlas. Buena parte de la estabilidad, la paz y la marcha al futuro dependen de ellas. Toca anticiparlas, para politizarlas y, de cara a la transición democrática, darles valor estratégico y operacional. Sobre las formas, hemos trabajado ampliamente.

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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