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EL NUEVO MODO

Comprender Venezuela (VII° y último)

Hemos llegado al final de la serie. Siete artículos que nos han permitido traer a la superficie varios temas de naturaleza y crítico valor político. Son, por decirlo así, la maleza que debe ser segada para abrir brecha al Proyecto de País. Hemos llegado al final de la serie. Siete artículos que nos han permitido traer a la superficie varios temas de naturaleza y crítico valor político. Son, por decirlo así, la maleza que debe ser segada para abrir brecha al Proyecto de País.

No tiene sentido de realidad ni posibilidad de trascendencia ninguna formulación respecto a temas del bienestar, sean globales, sectoriales o territoriales, si no se ha resuelto el problema de la viabilidad de la democracia y el progreso a corto, mediano y largo plazos.

Como pudimos exponer, hay temas de hoy, del mañana inmediato, de pasado mañana y de siempre. Finalicemos la serie puntualizando lo que no es aceptable: 1) el colaboracionismo, 2) el acostumbramiento de liderazgos y maquinarias a la cohabitación, 3) el estéril electoralismo, 4) la timidez en la proclama de la transición a la democracia, 5) la ausencia de un esquema claro y riguroso de lucha contra el totalitarismo imperante, 6) la no consideración de la ineludible transición democrática, 7) las maniobras tras bastidores para enfrentar modos estratégicamente válidos de reinstitucionalización y 8) la no asunción y preparación de la deseable consolidación democrática. Concentrémonos en los tres primeros.

No enfrentar políticamente el tema de las condiciones electorales es colaboracionismo. Sí, colaboracionismo. Igual que muchos, en la sociedad francesa, con Adolfo Hitler, en la primera mitad de los ’40 del siglo pasado. Después dijeron que no lo sabían. Pero, quedaron marcados para toda la vida.

El punto es que el sistema electoral ‘chavista’ es sólo aparentemente competitivo, cuando en efecto no lo es. Y se aprovecha, para las decisiones que mantienen su carácter no competitivo, de la complicidad –activa o pasiva- de voceros importantes de la política democrática.

También es colaboracionismo hacer creer que no se comprende que hay un cálculo necesario en términos del cruce de las curvas de opresión y libertad, que tiene que ver con los costos de cada una y con cargarle el costo de la opresión al régimen y facilitarle el de la libertad a voceros seleccionados. Y que ello forma parte de la lucha necesaria frente al totalitarismo hegemónico imperante.

Es cohabitación, beneficiosa a liderazgos y maquinarias, el electoralismo sin política. Las campañas electorales son un filón, un modus vivendi de muchos. He sido testigo de la venta de tarjetas partidistas, padrones electorales ficticios, operativos electorales incompletos, actas, manos alzadas en las MUD regionales y locales, direcciones de partidos, etc. He visto de cerca cómo, para muchos liderazgos locales y regionales, el asunto de la política nacional, ni siquiera interesa. Lo de ellos es una concejalía, alcaldía o gobernación, con prescindencia de toda consideración política nacional. Para algunos que incluso han estado en la política nacional, un feudo regional vale más que la solución a la crítica situación nacional.

Pues, resulta que el diseño “político” de la MUD es estulticiamente electoralista. Responde a un modelo de acuerdo al cual: 1) no hay posibilidad de fraude y 2) los que nunca votaron saldrán a votar cada vez que sean convocados.

De nada vale que ESDATA les pueda demostrar cómo es que se montan los fraudes, ni que la esperanza de alta participación nunca se haya concretado. No se ataca los temas políticos básicos y el irrespeto a derechos. No se contiene al régimen. No se le demuestra su mediocridad. No se le quiere generar la mínima molestia. No se gestiona el nuevo “bloque histórico”. No hay un manejo con base en incentivos; etc., etc.

Llego al final. Sé que soy duro. Mis amigos en la cúpula me lo reclaman. Pero, o me pliego al statu quo y me siento mal,… o digo lo que me permite el conocimiento. Los partidos siguen sin reconocimiento social, mantienen su lógica ‘olsoniana’, pero aún menosprecian a la sociedad. Su credibilidad es muy baja. En muy alto nivel, en esferas externas, se tiene un muy mal concepto y malas –y vergonzosas- experiencias de cierta dirigencia democrática.

Como concluirán, hay varios juegos en curso. Las circunstancias y factores de un proceso como el que experimenta Venezuela son múltiples y dinámicos. Que nadie esté seguro de que ostenta el monopolio de la política democrática. Ver cómo operaron las circunstancias y factores en 1957-58, en toda su complejidad, es un buen ejercicio. La fuerza de la política y algunas instituciones serán las que definan la unidad democrática nacional que surja al final. Nada está dicho, nada es definitivo.

La historia nos brinda otra oportunidad. No me voy por el camino simplista de afirmar que en octubre nos quitamos la tragedia actual de encima. Ganar aún requiere condiciones que no hemos instrumentado. Lo que pase dependerá de la calidad relativa de los “juegos” de las partes. El modelo político para la Venezuela por venir aún espera su hora.

*Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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