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EL NUEVO MODO

Algo de economía transicional

Estuve apoyando a Diego Arria en las recientes elecciones primarias del sector democrático venezolano. Lo hice, como repetí a todos los que pude, dentro de un juego unitario, en el cual, fuere quien fuere el elegido, entre esos candidatos, todos ganábamos. Estuve apoyando a Diego Arria en las recientes elecciones primarias del sector democrático venezolano. Lo hice, como repetí a todos los que pude, dentro de un juego unitario, en el cual, fuere quien fuere el elegido, entre esos candidatos, todos ganábamos.

Esa opinión la mantengo junto con Diego y su equipo de trabajo, al cual pertenezco. Y con el cual continúo trabajando. No sólo estamos dispuestos a contribuir al manejo de una política unitaria; en este caso, en el campo económico, sino que es, para nosotros, la oportunidad de transmitir nuestras certezas sobre la acometida de algunas acciones de corte estructural y de cambio institucional ineludibles, conocida la mala historia de los últimos cuarenta años y el proyecto de destrucción nacional de los últimos trece.

Nuestro planteamiento, en todo caso, debe verse como complementario. Con el reconocimiento a la sensatez y profesionalismo de los economistas del equipo del candidato ganador, quienes, por lo demás, con todo derecho marcan su impronta, debemos insistir en que, se reconozca o no el carácter transicional del eventual inicio de un gobierno democrático, estaremos frente a un lapso con características especiales, que requiere iniciativas también especiales.

Sin ser exhaustivos, debemos decir, en especial, que los recurrentes temas del endeudamiento, choques externos, alta inflación, pésimo desempeño productivo, injustificados déficit fiscales e inestabilidad cambiaria tienen que ver con el abandono de las definiciones institucionales y legales relativas a la prudencia fiscal y la disciplina monetaria, en términos del necesario respeto a las restricciones presupuestarias por todos los agentes públicos, incluidas las entidades descentralizadas y empresas.

El problema ha estado en que la clase política venezolana, ciertos tecnócratas, “traders” de deuda, agentes financieros, redes clientelares y una sociedad rentista se han acostumbrado a la discrecionalidad y la licencia a la hora del arbitraje entre intereses generales y especiales.

La solución tiene que ver –es una de nuestras proposiciones- con el regreso a reglas fiscales y monetarias establecidas por vía legal, la discusión de mecanismos de estabilización, asignación y distribución automáticos, la profesionalización del área económica –queremos decir, el establecimiento de la función pública en el área, la plena autonomía de la autoridad monetaria y una respetuosa, no subsidiaria, coordinación entre las diversas áreas de política.

Sucede que en una economía rentista como la venezolana y la persistencia de un estado mercantilista –concentrador de poder para sí- la renta petrolera y otras del llamado dominio territorial, sin la presencia de instituciones fuertes, terminan engordando el Estado y creando grupos de interés no competitivos, por la vía de subsidios, exenciones y otros beneficios especiales. Hay, que quede claro, un fondo de Economía Política a atacar–y no sólo acciones de política económica.

Sobre esto último, en un plano más general y conceptual, creemos que resulta necesario un manejo en términos de Economía Política y Economía Institucional –incluso constitucional- acerca de la reconstrucción y búsqueda de optimización de los “acuerdos” o configuraciones de poder en y alrededor del Estado venezolano, tal como planteamos en nuestro anterior artículo.

Nuestro equipo trabajó unas catorce áreas; se orienta al logro de una economía productiva y la joya de nuestra formulación es lo que llamamos la “territorialización”, apoyada en cambios sustantivos en la hacienda regional a favor de estados y municipios, para su ocupación en la exploración y aprovechamiento de las ventajas regionales y locales para la exportación y la capitalización de las economías de la proximidad y la coordinación en lo que llamamos aglomeraciones territoriales competitivas, con el telón de fondo de una política industrial con exigencias de competitividad. Varias de las propuestas regionales han sido revisadas; e, incluso, gestionadas. Creemos en la gestión directa del desarrollo productivo. Todas nuestras formulaciones están a la orden del equipo unitario.

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