Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Ruper Ordorika

El más americano de los ‘cantautores euscaldunes’, quizá sea Ruper Ordorika, adicto a las cuerdas de acero y a las sonoridades ‘folkies’ de finales de los setenta. Un eco que resuena en sus canciones, tan melódicas como espaciosas. El más americano de los ‘cantautores euscaldunes’, quizá sea Ruper Ordorika, adicto a las cuerdas de acero y a las sonoridades ‘folkies’ de finales de los setenta. Un eco que resuena en sus canciones, tan melódicas como espaciosas.

En estos tiempos, tan malos para la lírica como cualquier otros, a veces se echan de menos algunas voces, como la de este artista que, quizá por su elección de cantar en euskera, se escucha mucho menos de lo que sería necesario en las emisoras españolas.

Claro que, dominados como estamos por el siniestro imperio que controla los medios y la industria del espectáculo en este país, el encasillamiento en los mercados locales es una enfermedad que padecen muchos artistas. Para nuestra desgracia como aficionados, por supuesto.

Un cerco, quizá no tan imaginario como parece, que Ruper rompe ocasionalmente, armado de su martin, sus amplis y sus guitarras de caja, para acercarse a algún escenario madrileño que le acoge de buen grado, como los del Café Central o Libertad 8.

En esas visitas, poco frecuentes, queda demostrada siempre su capacidad para conectar con cualquier oyente atento, porque el lenguaje de la música siempre ha sido universal y porque Ruper es un músico contemporáneo, cuya línea estilística resulta cercana y reconocible.

Hace unos días, Ruper se dejó caer por la capital con su último disco, ‘Lurrean etzanda’, bajo el brazo. Un álbum en el que se ha colado un poema de Dionisio Cañas Dionisio Cañas, ‘Cerca del cielo no se vive bien’, que Ordorika canta en euskera. ¿Será esa la verdadera España plurinacional? A nosotros nos gustaría, desde luego

Más información

Scroll al inicio